En 1989, dos químicos, Fleishmann y Pons, anunciaron el descubrimiento de la fusión nuclear a temperatura ambiente (fusión fría) y con un coste mínimo. Bastaba con un recipiente lleno de agua pesada, un trozo de paladio y corriente eléctrica. Otros científicos intentaron reproducir el experimento sin éxito. Al final, la fusión fría fue un engaño. Fleishmann confesó que había cometido dos errores: llamar fusión al proceso y convocar aquella rueda de prensa. Desde entonces se han producido avances en el campo de las reacciones nucleares de baja energía (LENR, por sus siglas en inglés). Se han realizado varios experimentos que detectan el exceso de energía que podría justificar la fusión fría. Hasta la NASA y el CERN están interesados en las LENR. Parece la resurrección de la fusión fría en forma de reacciones nucleares de baja energía.