El pioletazo

OPINIÓN

29 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Como a Billy el Niño, el famoso cuatrero americano, a Íñigo Errejón le confunde su aspecto, que hace pensar en una persona más joven y, por lo tanto, más inmadura y más inofensiva. Pero parece que en él va a encontrar Pablo Iglesias a su Ramón Mercader, metafóricamente hablando, claro está, que esto de la metáfora da mucha libertad de expresión. Para los no iniciados, Trotski fue asesinado en México, donde vivía acogido por Diego Rivera y Frida Kahlo, por el catalán Mercader, por órdenes de Stalin. Le asestó un pioletazo, es decir un golpe de piolet, y lo dejó seco. Andando el tiempo un sobrino del asesino, de nombre Gay, se dedicaría a organizar conciertos de los Rolling Stones en España. Los de Íñigo Errejón todavía no se sabe lo que harán.

A mí las trifulcas políticas internas me suben la libido, lo reconozco, y por eso estos días, en que todos los partidos andan un tanto desordenados, yo tengo las hormonas bastante revolucionadas -uy, perdón, quiero decir revueltas-. En realidad a mí lo que no me gusta es, digámoslo en barbarismo, el liderazgo. El que se pone, que ya lo decía la afición taurina: Manolete, si no sabes torear pa qué te metes. Y el liderazgo en Podemos es más obsceno todavía, porque se trata de una organización de origen asambleario. Yo cuando los políticos empiezan a actuar siguiendo el método Stanislavski, Soraya Desdémona, Pablo Hamlet, y recitan lo que traen ensayado, y se encantan y se dejan querer, me pongo malo, qué quieren que les diga, y comprendo los pateos del gallinero.