El mito mariano

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

07 nov 2016 . Actualizado a las 08:44 h.

Los marianólogos han construido el mito de Mariano Rajoy. Exaltan su desesperante dominio de los tiempos, su marmórea capacidad de resistencia, su inefable dontancredismo, su aburrida previsibilidad o su aplastante sentido común. Hasta algunos de sus más notables críticos contribuyen fascinados a construir la leyenda mariana. Diríase que, dotado de los antedichos superpoderes, este «señor de Pontevedra», que presume de ser un hombre normal, ha devenido en una suerte de héroe capaz de superar las más difíciles pruebas y derrotar a sus más pérfidos adversarios. Ahora, ante sí, tiene otra hercúlea tarea: transmutarse en el político más dialogante del orbe tras haber aplicado el rodillo implacablemente. Para ello, glosan sus exégetas, cuenta, faltaría más, con su también sobresaliente capacidad para la negociación y el acuerdo. En todo caso, apuntan con una irónica sonrisa, porque a Mariano no se le escapa una, se guarda la posibilidad de apretar el botón rojo que nos lleve a elecciones. La culpa, claro está, no sería suya, sino de los que no le dejen gobernar, con lo magníficamente bien que lo hace. Para estos iluminados del marianismo, no dimitir tras perder dos elecciones contra Zapatero es una muestra de resistencia, no de apego al sillón. Dejarse 63 escaños en cuatro años es cosa menor, que no mayor. La corrupción del PP está descontada, dicen, con estólido desparpajo. Ríen y loan sus chistes y juegos de palabras en el Congreso, incluso cuando se trata de hablar del SMS enviado a Bárcenas. Y si nombra un Gobierno continuista para los nuevos tiempos, responden como poseedores de un arcano conocimiento que los demás no tienen: ¿Y qué esperabais de Rajoy? Ha hecho, dicen, un verdadero prodigio de equilibrios, nada de componendas internas. Son más marianistas que Mariano.