Cela y el pazo do Vinculeiro

Adolfo Sotelo Vázquez TRIBUNA

OPINIÓN

02 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Extramundi, con su pazo del Vinculeiro y las aguas del Sar que se salen de madre es aldea de Padrón». Así empezaba un artículo de CJC de enero del año 2000, en el que evocaba la figura de Nicasio Pajares y la fecha del 23 de abril de 1957, cuando el alcalde perenne (1940-1973) de Padrón, Ramón Pazos, descubría una lápida en la que se nombraba al olvidado escritor hijo ilustre de la villa. Poco después, el 11 de junio, el pleno del Ayuntamiento concedía a CJC el título de hijo predilecto de Padrón. Para entonces Cela ya había leído (26-V) su discurso de ingreso en la Real Academia Española. La ascensión del escritor se había confirmado: Palma de Mallorca era el cronotopo ideal para un largo período de consolidación del escritor, del activista cultural, del intelectual, en suma.

Sin embargo, en Cela anida desde esas fechas el deseo de pasar algunas temporadas en Galicia, que se concreta una década después. A mediados de agosto del 67 la prensa gallega se hace eco de las declaraciones de Ramón Pazos: CJC anda en busca de un pazo gallego para adquirirlo y luego venir a pasar en él temporadas de descanso. La noticia se extiende y Álvaro Ruibal se hace eco en su sección de La Vanguardia (26-VIII): «Por lo que leo, si Camilo no logra la compra de un pazo, está dispuesto a meterse en una fortaleza restaurada de los montes de Catoira y contemplar desde la altura la navegación de los veleros y las galopadas del tren de su abuelo».

La realidad no era tan valleinclanesca, pero era. Al correr del verano del 67 (30-VI) Cela escribía a su viejo amigo, Moncho Pazos: «Acaricio desde hace años el viejo proyecto de reintegrarme, siquiera durante una breve temporada anual al valle del Ulla que me vio nacer». De inmediato le pide información privada sobre algún pazo «no muy grande y con cierto estado de conservación». E incluso le pregunta: «¿Qué hay del pazo de Arretén, con tantos recuerdos literarios?». Este es el verdadero punto de partida.

Cela no se impacienta pese al fracaso de las inmediatas negociaciones para la compra por ocho millones de pesetas del pazo de Antequera, sito en Rois. Pazos le escribe a lo largo del invierno del 68 y le ofrece noticias de varios pazos de la zona y de sus posibilidades. Por primera vez aparece el pazo do Vinculeiro, donde estaba instalada la escuela nacional de Padrón. Empieza entonces una larga aventura, que se cerrará cuando Pazos deje de ser alcalde en 1973. La aventura, que no se culminó, tenía dos hojas de ruta. La primera, impuesta por Cela: antes de que se efectuase la compra, Padrón debía contar con un nuevo edificio escolar. Hoja de ruta que Pazos no consiguió gestionar con éxito en Madrid, pese a sus esfuerzos. La segunda, negociar con Ramón Baltar, profesor de la Facultad de Medicina de Santiago y gestor del pazo en nombre de su familia, con «la única aspiración de que este trato tuyo y mío pase a la historia del país como un ejemplo de conductas».

Los deseos de Cela no se consumaron. Queda, no obstante, su confesión epistolar de la primavera del 71: «O Pazo do Vinculeiro es precioso, pequeño y noble: tres virtudes. Me gustaría mucho que llegase a ser mío para instalar en él mi pied-à-terre gallega y un refugio contra las iras, las pompas y las vanidades de este bajo mundo».

Adolfo Sotelo Vázquez.  Decano de la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona