Mareas, Podemos y tango («A media luz»)

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

20 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los que conocen el río de la Plata saben que el tango está escrito a sangre y navaja en las venas de Buenos Aires o de Montevideo. El tango de verdad, el que te come la piel, no hay que buscarlo en los anuncios del periódico ni de las agencias de viajes. Se esconde en tugurios oscuros, donde aún se huele el cuero de Evaristo Carriego. El resto es espectáculo para engaño, y satisfacción, del turismo. Con las mareas y Podemos pasa lo mismo. Lo que la verdad esconde reside en lugares ignotos. Y lo que conocemos, al fin, es una gala de variedades para entretener al respetable público.

Hubo un tiempo en que seguía con atención la composición de las mareas y el podemismo. Cuántos eran, sus círculos, sus relaciones, su Anova y su Beiras, su Yolanda, su trío de alcaldes. Finalmente desistí en mi intento de entender los entresijos de tal maquinaria. Y esta semana me perdí definitivamente.

Sus primarias han sido para recoger en un manual para que las generaciones futuras comprendan que la política en el año 2016 dejó de ser una actividad seria para convertirse, con dicha de la irresponsabilidad, en un solaz o pasatiempo para fruición de sus protagonistas. Qué bochorno. No la primarias en sí mismas. Sino todo. Qué modo de engañarse unos a los otros y los otros a los unos. La liofilización de Podemos, sus listas ininteligibles, su candidato mirlo blanco al que todos conocíamos desde hace meses, su Madrid y su Pablo Iglesias humillando a las bases. En definitiva, su mentira. No hay nada en ellos que me parezca cierto.

Me he preguntado muchas veces para qué este proceso (¡oh, el proceso!). Todo lo tenían atado. Menos mal que quedan algunos que no se han dejado domesticar y siguen pensando que se puede hacer otra política desde la izquierda. Son los disidentes de Podemos y, también, los del BNG. Ahí continúan, con sus principios. Bailando su tango. El auténtico. Porque el otro es falso. Como la calle Corrientes 348 que aparece en A media luz. Nunca existió. Lo único que queda de ella es una placa que todos fotografiamos cuando vamos por primera vez a Buenos Aires.

Para corrientes, digo yo, las de las mareas y Podemos. Esas que alguna vez he intentando explorar hasta que desistí de mi intención. No se ponen de acuerdo entre ellos. Cada puñado son una facción o bando o clan o partido o grupo o camarilla. Al final, como gallos, se pelean por unos sillones y un cargo. Lo único que me perturba es cómo poder votarlos. ¿En verdad alguien puede imaginar que las corrientes de mareas y Podemos, aliadas con PSdeG y BNG, puedan gobernar Galicia?

El espectáculo debe continuar, afirma la máxima circense. Yo me niego a sentarme en este coliseo. Nunca la política ha devenido tan gruesa y adulterada y fraudulenta. Deciden, desde Madrid, a golpe de Twitter. Y aquí pretenden convertir en certeza lo fingido. Las mareas y Podemos poco tienen que ver con el tango. Corrientes 348. El título: A media luz.