El presidente de la Xunta y candidato del PPdeG, Alberto Núñez Feijoo, manifiesta que necesita «un mapa y una cantimplora para entender lo de las mareas». Reconozco su superioridad intelectual, e imagino que por eso era de los aplicados de nuestra promoción de Derecho de la USC, y llegó hasta donde llegó. Personalmente, con sendos artilugios ni tan siquiera atisbaría un mínimo de clarividencia que me hiciera entender semejante galimatías. Es tal la mezcolanza de miembros de las mareas que un Gobierno gestionado por ellas sería inviable. Como meter en un corral zorros y gallinas y pretender una convivencia pacífica, por mucho que el ojo del Gran Hermano Pablo Iglesias supervisara el cotarro. Galicia, al abismo en unos meses. ¿Y si eso ocurriera por la corrupción existente en las filas del PP? Creo que la citada corrupción no es extrapolable en modo alguno a nuestra comunidad, pues Núñez Feijoo se cuidó muy mucho de que sus Gobiernos se mantuviera al margen de toda sospecha. Si en Madrid o Valencia, por citar dos ejemplos, tienen sinvergüenzas en las filas populares, que sea allí donde se pidan y depuren responsabilidades. Los sucesivos equipos de Núñez Feijoo se mantuvieron al margen de esa lacra, y eso es lo que debe valorar el elector gallego. Decir lo contrario resultaría tan injusto como echarle en cara al candidato del PSdeG las corruptelas de determinados miembros del PSOE en las últimas décadas. En un caso como en el otro, una ignominia.