Cataluña: el Constitucional baja la temperatura

OPINIÓN

03 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Tribunal Constitucional (TC) ha bajado la temperatura que subió el trío de la bencina -Carme Forcadell, Carles Puigdemont (con su telonero Artur Mas) y Oriol Junqueras-, cuando consideró que, aprovechando el calor de estos días en España, era el momento propicio para subir más grados el termómetro nacional aprobando en el Parlament las conclusiones de la comisión para declarar la independencia de Cataluña y, de paso, animar la Diada y conseguir que la CUP otorgue la confianza a Puigdemont el 28 de septiembre y apruebe los presupuestos de Junqueras de no se sabe qué año.

Al grito de «el pleno es soberano», pronunciado hasta tres veces, como Pedro, por la presidenta Forcadell desde su sillón de honor, los diputados de Junts pel Sí y la CUP se pasaron por el Arco de Bará la interlocutoria dictada por el TC el 19 de julio, que avisaba a la Mesa de la Cámara de la ilegalidad de tramitar unas conclusiones que son continuidad de la suspendida «declaración de ruptura» del 9N del 2015, también llamado «proceso de desconexión».

Este primer y zafio desacato explícito a una orden del TC ha tenido rápida respuesta de los poderes del Estado, suspendiendo el TC la resolución por la que se daba inicio al proceso de secesión y advirtiendo que es el primer paso para adoptar la imposición de multas o un proceso penal contra Forcadell, para quien el desacato no es ningún incumplimiento, porque el pleno del Parlament es soberano y como tal no le incumben leyes ni resoluciones judiciales: ellos son la ley y su fuego es de campamento. Pero ya han comprobado que ni son boy scouts ni su fogata es de acampada.

Es tan admirable este proceder de los independentistas catalanes que tampoco resulta chocante que el Gobierno de la Generalitat se haga trampas en su solitario con las encuestas del Centro de Estudios de Opinión cuando se trata de indagar sobre el nivel de aceptación de la independencia. Sabido es que para realizar cualquier estudio sociológico es primordial que la muestra no esté sesgada, porque entonces el resultado no es el real, sino el que quiere el cliente. Y como el cliente de este tipo de estudios es el Ejecutivo independentista de Cataluña, nada mejor que construir una peculiar selección de encuestados (muestra), integrada por cuatro veces más espectadores de la oficialista TV3 (43 %) que su cuota real de audiencia (11 %) y más votantes nacionalistas que la sociedad catalana en general. Añaden unas gotitas de limón y después de agitar bien el cuidado muestrario sale el cóctel perfecto.

Y todos tan contentos porque «avanza» el sentimiento independentista y como el pueblo es soberano, su Parlamento también y su Gobierno no digamos. Faltaría más. De esta manera, el triunvirato de la gasolina y su herramienta de propaganda política siguen impávidos su marcial desfile bajo el arco romano tarraconense y el de todos los arcos que se puedan encontrar en su caminar hacia el desván de los trastos inútiles.