Empoderados

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

23 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En una información sobre las agresiones sexuales durante los sanfermines aparecían unas declaraciones del alcalde de Pamplona, que decía que lo que está pasando en la capital navarra -una fuerte reacción social contra ese tipo de abusos- no es sino «el empoderamiento» de una ciudadanía que está harta de aquellos comportamientos. Se completaba la información con una entrevista a una psicóloga, que dijo: «No hay más agresiones que antes, pero se ha empoderado a las chicas y rompen el silencio».

Emplean uno y otra un sustantivo y un verbo que aparecieron en los primeros años noventa del siglo pasado y que suelen aplicarse, entre otros, a movimientos de mujeres. Empoderar, que se usa más como verbo pronominal, empoderarse, significa ‘hacer o hacerse poderoso o fuerte un individuo o un grupo social desfavorecido’. Surgió en grupos activistas y en medios universitarios centrados en las ciencias sociales, que lo tomaron del inglés empower, que se utilizaba para expresar que ciertos movimientos, como el feminismo, ganaban fuerza. El sustantivo también estaba en el tercer Objetivo de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas: «Promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer».

La adaptación del verbo inglés dio como fruto una voz, empoderar, que ya existía en español, aunque había caído en desuso. «Duró mas de una hora la escaramuza, haciendo instancia de empoderarse otra vez de la iglesia y convento», explicaba en 1626 Juan de Valencia y Guzmán en el relato de un episodio violento. Ese anticuado empoderarse tenía el significado de apoderarse, verbo que también hubiese podido valer para expresar que un grupo humano adquiere fuerza. Porque una de las acepciones de apoderarse, ya anticuada, es ‘hacerse poderoso o fuerte; prevenirse de poder o de fuerzas’. Otro de sus significados, este plenamente vigente, es el de ‘hacerse dueño de algo, ocuparlo, ponerlo bajo su poder, generalmente con violencia o medios ilícitos’, lo que desaconseja atribuírselo a grupos sociales de nobles fines.

 Desde que importamos empoderamiento no han cesado los intentos de buscarle alternativas, pero en vano. Hoy se quedan en la propuesta de recurrir a perífrasis, como el fortalecimiento del feminismo o las mujeres han adquirido poder.

Porque el empoderar llegado desde el inglés se ha asentado, aunque bastante limitado al campo en el que surgió, el del activismo y las ciencias sociales. Fuera de esos ámbitos, se usa poco, y aunque ha entrado en el Diccionario, mucho nos tememos que pocos pamploneses sabrán de qué va la cosa cuando se enteren de que se han empoderado.