Es amarga la verdad

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

06 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando la política se vacía de valores tan imprescindibles como el ejercicio de la verdad y el establecimiento de un pacto de confianza con la ciudadanía, la democracia se convierte en un globo desinflado, servil y sometido al capricho de unos gobernantes sin mayores aspiraciones que el mantenimiento del estatus logrado.

Estamos hablando de España, año 2016, y también de otro país que se llamaba igual en 1554. Desde el Renacimiento hasta nuestros días, la pícara mentira ha venido cotizando al alza y casi quinientos años después de la publicación en Burgos, Alcalá y Amberes de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades todo ha cambiado tanto que hemos conseguido regresar a aquel punto de partida, cuando también éramos parte activa de Europa, en épocas tan lejanas. La Historia reciente de las Españas, y sus derivadas poscoloniales, no se caracteriza por hacer de la verdad virtud. Tal vez la moral católica que permite la exculpación, previo arrepentimiento y confesión renovables, influya en el escaso valor que la sociedad dio y da a la palabra dada.

El PP llegó al poder en el 2011 con un programa trufado de falsedades y así lo advirtió -hasta desgañitarse- el entonces candidato socialista, Pérez Rubalcaba, que hablaba de un programa oculto. No habían pasado ni tres semanas de las elecciones del  20 de noviembre, que ganó por mayoría abrumadora el proyecto liderado por Mariano Rajoy, cuando el nuevo Gobierno comenzó a utilizar como papel higiénico sus promesas electorales. De todos los incumplimientos que retorcieron hasta el sadismo los argumentos para hacer exactamente lo contrario de lo que habían prometido, el más grave, sin lugar a dudas y por sus nefastas consecuencias, es la quiebra del sistema de pensiones.

El despilfarro de la herencia recibida del denostado Zapatero marca tendencia en la carrera hacia la primera posición de política mezquina y mentirosa en el mundo. El fondo de reserva de la Seguridad Social, establecido en el Pacto de Toledo, tuvo un decrecimiento exponencial  desde el 2012 hasta julio del 2016, desde los iniciales 66.815 millones de euros a los actuales 25.176. Ya sabemos que quedan fondos, con suerte, para los próximos 18 meses. Después, al que Dios se la dé, san Pedro se la bendiga. O sea, lo que Rajoy llama hacer política como Dios manda.

Es tan grave lo que se está haciendo que en otras democracias daría lugar a la expulsión del timonel por llevar al barco contra las rocas, pero aquí le damos premio al consagrar a quien adora la corrupción y olvida los derechos de la ciudadanía. Poco más que decir. «Pues amarga la verdad, quiero echarla de la boca; y si al alma su hiel toca, esconderla es necedad. Sépase, pues libertad, ha engendrado en mí pereza, la pobreza».