Midiendo a Einstein

Jorge Mira Pérez
Jorge Mira EL MIRADOR DE LA CIENCIA

OPINIÓN

24 may 2016 . Actualizado a las 11:37 h.

Piense en una bola cuyo diámetro vaya de A Coruña a Vigo, y meta en ella el equivalente a la masa de 10 millones de planetas Tierra. Eso es más o menos cualquiera de los dos agujeros negros que, muy lejos de aquí, cayeron uno sobre otro, escenificando un baile en espiral en el que llegaron a circular a casi la mitad de la velocidad de la luz.

Cualquier cuerpo con masa distorsiona las reglas de tráfico en el vacío, eso llamado espacio-tiempo: en ausencia de masa una bala se movería en línea recta, pero con una masa cerca esa trayectoria se curva. Imagínese el baile de reglas que se tuvo que dar en las fracciones de segundo en las que los dos agujeros negros se fundieron para formar uno solo, como dos gotas de agua que se juntan. En centésimas de segundo ese baile hizo desaparecer la masa de un millón de Tierras. Se convirtió en una energía que, en ese momento, superó a la de todas las estrellas del universo juntas y creó una distorsión geométrica en el espacio-tiempo, un tsunami gravitacional, que ha estado viajando más de mil millones de años hasta llegar a nosotros. ¿Y qué nos llegó de ese violento proceso? Una mísera alteración geométrica que, durante centésimas de segundo, causó que dos puntos alejados 4 km variasen su distancia el equivalente a la diezmillonésima parte de un átomo? Los visionarios que hace más de 40 años soñaron medir esto son ahora ancianos. Creyeron que se podrían medir distancias con una precisión que, aún hoy, parece de ciencia ficción. Por eso llevarán pronto un merecido Nobel.