Ya está bien

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

29 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuarenta días de las elecciones y sin pistas del Gobierno. Se habla, pero en secreto. Hay un diluvio de culpas recíprocas sobre la falta de voluntad de acuerdo. La izquierda considera cuestión de honor tumbar al PP, y el PP considera un desastre que llegue la izquierda y haga la política contraria. Los nacionalistas mercadean con el derecho de autodeterminación. Los socialistas se dividen entre el antiguo y el nuevo testamento como si fuesen dos partidos distintos. Podemos sigue repartiendo ministerios y su última idea es tener los mismos ministros que el PSOE. Los expresidentes parecen haberse puesto de acuerdo para descalificar a Pablo Iglesias. Y cada cinco minutos surge un rumor y una combinación nueva, cada vez más original, por no decir cada vez más estrafalaria.

Así van pasando los días, tan especulando. Mañana puede ser una jornada crucial, porque hay Comité Federal en el PSOE y de ahí saldrá algo: el permiso para pactar con Podemos o todo lo contrario; la consigna de intentar el diálogo con Rajoy o todo lo contrario; la renovación de confianza a Sánchez o todo lo contrario; el aplauso a Felipe González o todo lo contrario? También puede ser un gran día el próximo martes, porque el rey termina su segunda ronda y no tiene nada fácil decidir a quién le encarga el Gobierno; peor: lo tiene casi imposible. Y llegado a este punto de la descripción, me parece oportuno gritar por escrito un ¡ya está bien!

Ya está bien de invocar el interés nacional de palabra y enterrarlo cuando se trata de hacer la mínima concesión a otra fuerza política.

Ya está bien de pensar exclusivamente en cuotas de poder, sin que ningún líder haya dicho para qué quiere ese poder y solo haya sabido expresar vaguedades.

Ya está bien de personalismos que anteponen los nombres de las personas para la presidencia del Gobierno, sin pensar que algunos de esos nombres son justamente los obstáculos para pactar.

Ya está bien de poner sobre la mesa agravios históricos o de la pasada legislatura, normales en el juego Gobierno-oposición, que ahora impiden una aproximación constructiva.

Ya está bien de que se piense o se rechace la idea de convocar nuevas elecciones según las expectativas de voto de cada partido y no según las necesidades de lograr la estabilidad.

Ya está bien de que las declaraciones de los líderes y sus portavoces sean más propias de una campaña electoral que de intento de solución de un problema de primera magnitud.

Ya está bien de tacticismos que le quitan nobleza al arte de la política y la presentan como una sucesión de maniobras de habilidad.

Y ya está bien de que en ese enjambre de ambiciones nadie haya tenido el detalle de acordarse de los problemas reales del país.