Los bosques ante la Cumbre del Clima de París

Enrique Valero Gutiérrez del Olmo LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

02 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando participé, durante dos años, en un comité de la Comisión Europea para preparar la postura de la UE en la cumbre de Cancún (2010), ya se sabía que la de Copenhague (2009) iba a ser un fiasco, como así fue. Venía viciada del Protocolo de Kioto (según el cual un español tenía que pagar mucho más por emitir mucho menos que un alemán o un inglés), donde los países ricos exigían a los rezagados que renunciaran al desarrollo, cortando emisiones. Otra parte del fracaso vino provocada por los ecologistas, que «hicieron el trabajo de demoler la cumbre lo mejor que pudieron» (ver artículo Green is the color of climate discord de Fiona Harvey, 28/1/2010, Financial Times). En dicho comité pasamos muchas horas debatiendo con los ambientalistas algo evidente, incluido en los primeros documentos e instrumentos del Convenio Marco de la ONU para el Cambio Climático, pero que luego desapareció. Es decir, el enorme potencial de los bosques como sumideros de carbono y su efecto de sustitución.

Si la propia ONu atribuye a la deforestación un 20 % de los gases de efecto invernadero, resultaría obvio fomentar la reforestación, dado que son los principales sumideros de carbono sobre los que tenemos capacidad de gestión. Es igualmente meridiano el beneficio obtenido en la sustitución de materiales no renovables: aluminio, PVC, hormigón, etcétera, por madera, donde estaría secuestrado el carbono, o abandonando la quema de combustibles fósiles y emplear biomasa forestal. Sin embargo, de modo muy restringido, estos productos naturales son estimados en la lucha contra el cambio climático. Así, sus reglas de contabilidad en el Grupo Intercontinental del Cambio Climático son tan complejas que, a pesar de haber dirigido una tesis doctoral sobre ellas, apenas las entiendo. A veces pienso que debatimos sobre plutonio y no sobre madera.

Intuyo que en la Cumbre de París se logrará un acuerdo de compromiso, políticamente correcto, pero que volverá a ignorar a los bosques. Desconozco cuál será la postura española, si la tiene, dado el interés mostrado por los últimos Gobiernos. Se sugiere firmar la reciente carta titulada Para qué más montes, si no somos capaces de conservarlos, de la Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Forestales. Está en perfecta línea con la idea lanzada por Santiago Rey Fernández-Latorre, presidente y editor de este periódico, en su artículo Votemos (22/11/2015), cuando, refiriéndose a Galicia, lamenta «la pérdida de pulso de nuestra economía? la destrucción de nuestros sectores estratégicos? de sus fuentes de riqueza? y la mala rentabilización de sus materias primas».

Supongo que a ustedes, como a mí, les preocupa mucho el cambio climático y el lamentable abandono de nuestro sector forestal. Poco podremos influir en el maremagno de intereses contrapuestos que se focalizarán en París. Pero si quieren hacer algo por el planeta, planten un árbol, o mil.

Enrique Valero Gutiérrez del Olmo es director de la Escuela de Ingeniería Forestal, UVigo.