Llevamos una temporada en la que no falta en el desayuno de cada día una buena ración de política catalana. Entre los cereales nos llaman la atención dos, Convergència Democràtica de Catalunya y Unió Democràtica de Catalunya, dos partidos en cuyos nombres aparece un signo diacrítico, el acento grave (`), similar a nuestro acento agudo, pero en vez de ser un trazo ascendente de izquierda a derecha es descendente. En español no existe, pero no siempre fue así.
Los idiomas europeos que emplean acentos ortográficos los han tomado del griego, que hace dos mil doscientos años usaba tres: agudo (´), grave (`) y circunflejo (^), que representaban ascensos del tono, en el segundo caso menor que en el primero, y en el tercero, seguido de un descenso.
Las lenguas que surgieron del latín se escribieron inicialmente sin estos rasgos. Pasaron los siglos, y en español comenzaron a emplearse acentos gráficos, sobre todo el grave, en el siglo XVI, aunque aún entonces muchas obras aparecían sin tilde alguna. Estas no se ponían sistemáticamente y según un esquema normativo, sino más bien en las palabras cuyo significado variaba según se pronunciasen y en los monosílabos de una letra. Mateo Alemán explica en 1609 que no las usaba más que para disipar dudas sobre el significado de una voz: «Es de considerar que el acento o tilde no siempre ni todas veces los habemos de poner [?] que si nos anduviésemos a poner capirotes donde no es necesario ni pidiéndolo las dicciones, todo se nos iría en capirotadas, así no deben usar salvo en la necesidad, ofreciéndose duda en el significado».
El uso de tildes se generalizó en el siglo XVII. Cada cual las ponía según su criterio. La anarquía concluyó con el nacimiento de la Academia, que en su primera obra, el Diccionario de autoridades (1726), utiliza sistemáticamente el acento agudo, y reserva el grave para la preposición à y las conjunciones è, ò y ù. Su primera ortografía (1741) simplifica definitivamente la cuestión: «Para significar el acento, esto es, en que sylaba de la voz se hace pausa, y se pone la fuerza de la pronunciacion, se ha de usar solo de la virgulilla, que sube de izquierda á la derecha, y no necesitamos de más de una nota puesta sobre la vocal, en que se acentúa».
Ahí desapareció formalmente del español el acento grave, que hoy conservan lenguas europeas como el catalán, el francés, el italiano, el alemán, el gaélico y el portugués, entre otras. Las Normas ortográficas e morfolóxicas do idioma galego (1982), de la Real Academia Galega y del Instituto da Lingua Galega, recuerdan que en el gallego «Tense tamén usado o acento circunflexo ou o grave para marcar a contracción de a+a(s), a+o(s): â , ô; à, ò», pero establecen que hoy «No galego só se usa un tipo de acento gráfico, o agudo (´)».