Jóvenes, sálvese quien pueda

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

23 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que Artur Mas consiguió algo prodigioso: revalidarse como presidente sin que nadie analice su gestión como presidente. Lo malo es que consiguió algo peor: que en toda España parezca que no ocurre nada más que cuanto él dice y los demás decimos sobre él. Así puede ocurrir que se hunda la bolsa y parezca una noticia menor; que Alsina haga una magnífica entrevista al presidente Rajoy y en el amplísimo cuestionario no aparezca ninguna referencia a la pobreza, o que a los guionistas de tertulias les parezca poco digno hablar del conflicto de la leche, aunque dos ciudades gallegas estén cercadas por los tractores. Hay grandes noticias sociales, que deciden la vida de miles o millones de personas y no se publican, ocultas en la hojarasca del carajal catalán.

Una de ellas podría ser, dicho sea con miedo escénico, el informe de la OCDE sobre el empleo juvenil. Eso sí que es escandaloso y dramático: toda una generación con niveles insoportables de paro, y la que tiene trabajo está subempleada, con contratos temporales, a tiempo parcial -a veces por horas-, en labores que no les gustan y con salarios que parecen el mínimo de subsistencia. En esas condiciones vive el 71 por ciento de los jóvenes, cualquiera que sea su cualificación profesional. Rajoy presumía ayer de que nuestro país crece más que Alemania y crea más empleo que nadie, pero en esas condiciones que acabo de mencionar.

Lo llamativo es que, al tiempo que se presentaba ese informe, otro estudio denunciaba un grave desajuste: los empresarios no encuentran trabajadores con el perfil que necesitan. Estamos en un círculo vicioso que se puede describir así: como el buscador de empleo no ofrece perfil, no se le contrata; pero como a veces se requiere mano de obra por alguna circunstancia, se echa mano de lo que sea con un contrato temporal. El círculo se agrava de otra forma: al joven se le exige experiencia y, como no la tiene, se le ofrece un trabajo de prácticas y la mitad de los becarios -¡de más de 30 años de edad!- hacen sus prácticas sin cobrar un euro.

Esto no es una novela; es el retrato de la realidad, con datos que ya no escandalizan. Los vemos como quien oye llover, parece que nos hemos acostumbrado, las denuncias han desaparecido del discurso político y los gobernantes celebran el número frío de empleados. En la preparación del perfil falla el sistema educativo y su conexión con el sistema empresarial. En la demanda de empleo fracasa la información a disposición del joven. Y las políticas activas de empleo destacan por su inoperancia. Pero no se lo digáis al Gobierno, que los números de la economía van bien. Es lo que Duran i Lleida llamó falta de corazón y al señor Montoro le pareció poesía.