¿Volar se escribe con V?

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

27 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Volar se escribe con V, pero si usted vuela con V puede que tenga serios problemas para viajar. Cuando se utiliza el transporte aéreo en Galicia, pero no solo en los aeropuertos gallegos, vienen los recuerdos de los viajes de mitad del pasado siglo.

Si usted viajaba entre Santiago y Guitiriz, unos setenta kilómetros, tomaba la línea de los Autobuses Santiagueses que cubría el trayecto de Santiago a Curtis. Una vez allí esperaba el paso de un correo, exprés o el Shanghái de Irún y Cataluña, para llegar a Guitiriz. El viaje en autobús se realizaba a ritmo del estado de la carretera, las solicitudes de parada -banqueta colocada al borde de la carretera- de los viajeros y el obligado descanso en Ponte Carreira al paso del Tambre. Llegados a Curtis usted tenía la calidez y la buena comida de la cantina de Constante para la espera. Así transcurrían los viajes en líneas regulares por la Galicia interior, pero tampoco le cobraban como si viajara en el Ribadeo por la asfaltada Nacional-VI de A Coruña a Lugo.

En tales tiempos existían también las líneas discrecionales, autobuses mixtos de viajeros y mercancía que cubrían rutas ocasionales a ferias y mercados. Eran numerosos los que, con paradas según demanda y horarios aproximados, cubrían rutas de ida y vuelta a la feria de Parga, desde Aranga, Teixeiro o Curtis, con parada en Guitiriz por comprar el acreditado cuajo para los quesos en la farmacia o algo de ultramarinos en Nistal. Un mundo desaparecido, donde la relación entre viajero y transportista era amable y formal. Al recuerdo de tales tiempos se suma, al inicio de la perestroika, un vuelo realizado entre Moscú y Novosibirsk (Siberia) de ocho horas de duración y seis escalas donde los pasajeros llevaban en cabina variopintos equipajes, incluidos cestos con aves vivas.

Pero en los últimos años el transporte aéreo de Barcelona a Vigo, escaso y deficientemente atendido, pero también a Santiago, Oporto o A Coruña, volando con V, pareciera que se ha transformado en un servicio discrecional: transporte que no está sujeto a compromisos de regularidad.

De catorce vuelos con V, entre junio y San Bartolomé, tan solo uno se ajustó al horario con un retraso inferior a los veinte minutos. A la rareza aeroportuaria gallega, Oporto incluido, los elevados costes y escaso servicio, se une la informalidad de la compañía hegemónica, la de volar con V, para llegar de Galicia a Cataluña o viceversa. Compañía que quizá tiene aviones de menos o destinos de más, en lo que quizá tenga responsabilidad Aena, que ante la queja apenas responde lamentándolo. No como la autoridad italiana ENAC que recientemente amenazó a Vueling con retirarle la licencia de vuelo por su mal servicio. Porque volando con V usted tiene una elevada probabilidad de que el contrato para llegar antes de la medianoche se transforme en una larga velada aeroportuaria que finalizará en torno a las cuatro de la madrugada, cuando taxi por medio llegue a su casa. Lo que además se repetirá. Lamentablemente.