«Verá usted como no hay nada de particular», aseguró ayer el presidente Rajoy desde su descanso pontevedrés. Y pocas veces como esta estuvimos tan de acuerdo. Nada nuevo va a deparar la comparecencia del ministro Fernández Díaz porque conocemos al detalle los pormenores del cafelito que compartieron en la sede de Interior el ministro y el sospechoso Rato, gracias a la defensa a ultranza que los populares están haciendo del encuentro. Dos argumentos esgrimen con insistencia para justificar tal reunión: que se abordaron «temas personales» y que, en todo caso, fue una torpeza y una imprudencia del ministro Díaz. Lo dicho, todos de acuerdo.
Porque, siendo difícil de digerir que el ministro del orden se vea en su despacho con uno de los estandartes de la podredumbre y las malas prácticas, hay que tener en cuenta otras razones, que son las que los portavoces populares vienen utilizando. Recibir al sospechoso ha sido torpeza e imprudencia del ministro que ordena y manda sobre la UCO, que es la que se encarga de investigar a quien se le achacan numerosos atentados contra el Código Penal.
Pero aún más. ¿De qué pueden hablar dos amigos aunque sean un ministro de Interior y un inculpado y acusado de todo tipo de desmanes contra los dineros públicos sino de «temas personales»? Asuntos personales son que la niña ya se echó novio y que el chaval suspendió las mates. Y asunto personal es la situación judicial por los cargos de blanqueo de dinero, fraude fiscal, alzamiento de bienes y pago de comisiones. Esos son los temas personales que estoy convencido que más preocupan a Rato y que, por tanto, el propio Ministerio y el partido del ministro aceptan que se trataron en el despacho oficial.
Aclarados los asuntos básicos, lo que nos queda por conocer es qué pidió el dinamitero de Bankia a su amigo y qué le prometió este. Todo lo demás ya lo conocemos. Por saber sabemos hasta lo que opinan los populares de quien lleva las riendas de Interior. Díaz es torpe e imprudente. Lo dicen ellos y estamos de acuerdo.