La crisis trajo más solidaridad y responsabilidad

OPINIÓN

05 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis económica creó el movimiento 15M y de él surgieron las listas populares que con distinto nombre en cada circunscripción y uno, Podemos, sobresaliendo de las demás, han abierto boquetes electorales al PP y al PSOE de consecuencias desconocidas. Pero la crisis económica, que ha dejado huellas y dramas colectivos interminables, ha despertado también solidaridad por arrobas.

Los trabajadores llevan tiempo aceptando congelaciones y reducciones salariales antes que la supresión forzosa de puestos de trabajo. Cambiando ERE por ERTE e incluso congelaciones en los estipendios más altos para subir los más bajos. No es que piensen que si no aceptan les puede tocar a ellos el finiquito, es que se han hecho más solidarios con el compañero, más humanos, más responsables en el ejercicio de su trabajo y valorando mejor el empleo que tienen. Han aceptado las recetas conscientes de que son las correctas para estos tiempos.

Saben que cuando vienen mal dadas es mejor hacer frente a la crisis entre todos que aplicar el sálvese quien pueda. Que es más responsable apretarse al unísono el cinturón que dejar que algunos se queden con una mano delante y otra detrás. ¿Quién no ha tenido un parado en la familia y quién no una legión entre las amistades? ¿Quién no un hijo pensando en emigrar? ¿Quién no sabe los equilibrios que hay que hacer para llegar a fin de mes? Y ¿quién no reconoce la autoestima de sentirte empleado y no parado? La fraternidad y la responsabilidad se han instalado en España y sería bueno que no emigraran.

Los sindicatos se han hecho más prudentes y conscientes de que su primer objetivo es favorecer la creación de empleo, aunque sea con salarios más bajos, menos horas y menos protección para el contratado. Las mejoras vendrán después, cuando el ánimo colectivo y la economía terminen de levantarse, cuando la alegría vuelva a la calle y a la cara de los ciudadanos, cuando amaine el drama y disminuyan las legiones de excluidos que atienden con admiración los servicios sociales, la Iglesia católica y las oenegés.

En el trabajo, entre la vecindad, en la calle, entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos, la actitud es distinta; es más cálida, más copartícipe, más colaboradora, más generosa. Hay más consciencia en las clases sociales de que hay que ceder más en beneficio de todos, compartir más en beneficio de todos, ayudar más en beneficio de todos. El voluntariado ha aumentado exponencialmente entre jóvenes y mayores porque hay más percepción de que la sociedad debe tener más protagonismo y ser más generosa con el necesitado, ya que el Estado ni puede ni debe llegar a todos los resquicios, incluidos los más personales e íntimos.