El gatopardiano Albert Rivera

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

18 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Buen orador, telegénico, desenvuelto, tranquilo, amable y con la pinta y los modales del yerno que toda madre quisiera tener, Albert Rivera ha sabido colarse por la brecha que Podemos provocó en el bipartidismo, presentándose como el cambio sensato frente al radicalismo. Pero, como dijo Lampedussa, «si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». Hace un año el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, proponía crear «una especie de Podemos de derechas». Y, mutatis mutandis, Ciudadanos es la versión gatopardiana del centroderecha liberal, como atestigua su programa económico, eso sí sin el fardo de la corrupción y con la regeneración democrática por bandera, lo que ya es notable porque la política española necesita una limpieza a fondo de todo el estiércol acumulado. Rivera se ha convertido en la estrella de la campaña. El político al que todos miran. Tanto por el papel clave que le otorgan las encuestas en los pactos posteriores al 24M, como por sus propias meteduras de pata, como subir el IVA del pan, prohibir que más de dos personas duerman en una habitación o, el colmo del disparate, jubilar de la política regeneradora a los que tienen más de 37 años. Su campaña parece diseñada por sus enemigos. Pero, encuestas mandan, el naranjito (Hernando dixit) se ha convertido a la vez en una amenaza y un posible salvavidas para el PP. FAES, el laboratorio ideológico de Aznar, se ha dado cuenta ahora de que Ciudadanos es su enemigo y quiere ocupar su espacio, es decir un quítate tú para ponerme yo. Rajoy les lanza críticas sin nombrarles. Pero, mientras, los barones cortejan a Rivera para allanar futuros pactos. Y Esperanza Aguirre, la más larga, le ha expresado su «enorme admiración».