Nueva clerecía

OPINIÓN

16 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Según Monedero, caído de Podemos, «el error que siempre ha tenido la socialdemocracia española es pensar que la gente es tonta». Coincide con algunos análisis sobre la socialdemocracia británica que han asomado a los papeles esta semana, después de la gran derrota. Vienen a decir que los laboristas han olvidado su mensaje originario, muy conectado con los problemas de la gente real y necesitada, para encapsularse en una burbuja ideológica repleta de proyectos de ingeniería social con los que sintonizan bien cierta clase media universitaria o tuitera, la farándula y los medios, pero no la gente real: estatismo, laicismo, multiculturalismo, doctrina de género, matrimonios homosexuales... En fin, ya saben el resto.

El caso es que perdieron en contra de las encuestas, acaso porque la gente no se atreve a decir lo que realmente piensa por miedo a convertirse en los herejes de la nueva corrección, con riesgo de perder empleos -no es broma: ya ha ocurrido demasiadas veces- y de ser lapidados en las ordalías mediáticas montadas por los nuevos clérigos de los novísimos dogmas que, encima, suelen vestir también de negro o morado. Al voto oculto conservador -no es cosa solo española- se une ahora esta presión -cultura de la Stasi, la llamó alguien- a la que la gente corriente responde con silencios en la calle y con indecisos o mentiras en las encuestas, hasta que, finalmente, contestan con su voto y resultan mayoría. Entonces, los socialdemócratas se extrañan: «Pero si toda la gente que conozco vota laborista». He ahí la cápsula.

Habría que preguntarse, escriben, qué ha sido de la libertad de expresión si la gente no se atreve a decir lo que piensa ni en las encuestas.

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