Podemos se enroca

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

04 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Creía que Podemos se estaba equivocando al no hacer público su programa, pero, a la vista de las discrepancias que han desembocado en la retirada de Monedero, ya no estoy seguro de que sea así. Al parecer, el partido de Pablo Iglesias no tiene tan fácil acordar y decidir lo que quiere hacer en este país en caso de que toque poder. No desvela ni siquiera sus coordenadas ideológicas. Algo que, a decir verdad, suena raro.

De hecho, incluso cabe sospechar que no ha hecho público su programa porque no es fácil ajustarlo sin correr el riesgo de ver disminuir los apoyos. Porque si la política es el arte de manejar prioridades, está claro que la primera prioridad de Podemos es abarcar todo lo posible por la vía de la abstracción. Así se explica su identificación con «los de abajo», que en cierta medida somos todos los que no tenemos poder o mando.

Decía Tierno Galván que «el poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado o estalla». Yo creo que Podemos intenta manejar el suyo con cautela para que nada se le descuadre. Pero la pregunta que subsiste es si se puede llegar a gobernar sin concretar las propuestas programáticas. Sinceramente, me cuesta creer que eso pueda ocurrir. Aunque sé que no sería la primera vez que una cosa así sucediese en la historia.

No obstante, y aun a sabiendas de que quizá sea pedirles algo que no les conviene, creo que tenemos derecho a conocer un minucioso y detallado programa de este partido (como de Ciudadanos y de todos los demás). Sobre todo por respeto a todos aquellos que no estamos libres de poder querer votarlos. No me parecería democráticamente sano ni conveniente darle el voto a un partido sin que antes haya contado con rigor en qué consiste la alternativa que propugna. Lo cual reza para todos.

Sospecho que pedir esto puede ser pedir demasiado, pero sé que los ciudadanos mejoramos con el conocimiento, y por ello me atrevo a demandarlo. Podemos tal vez acierta en términos electorales al seguir sin desenvainar sus argumentos, pero su acierto carecería de grandeza y de generosidad democrática si no convirtiese su mensaje en un programa detallado. Sus líderes saben que entre nosotros ya hay demagogos de sobra.