24 de mayo: mucho ruido y pocas nueces

OPINIÓN

27 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las dos únicas y verdaderas sorpresas que refleja el barómetro de Sondaxe, publicado ayer, las aporta la casta por el lado de babor. Porque, en un momento en que la izquierda se fragmenta y confunde de manera suicida, son el PSOE y el BNG los que aportan las únicas mayorías absolutas -Vigo y Pontevedra- que aguantan el envite. Claro que si miramos en el reverso de esa brillante moneda, es evidente que ambos alcaldes -Abel Caballero y Fernández Lores- son excepción absoluta en sus propias formaciones, por lo que puede pensarse que, lejos de poner de manifiesto la fortaleza de los partidos que pilotan Pedro Sánchez y Xabier Vence, hacen emerger a dos condotieros que difícilmente serán asimilables por organizaciones renqueantes, desorientadas y en caída libre. Entre las sorpresas de segundo orden cabe señalar tres bastante notables: que Martiño Noriega, que encabeza una coalición polimórfica y seguramente inestable, puede aspirar a la alcaldía de Santiago, humillando al PSOE y poniéndole una pexa de la que tardará mucho en librarse.

Que el PP resiste como un jabato en las ciudades y, con toda seguridad, en los pueblos, aunque en algunos concellos urbanos puede depender de Ciudadanos o de cualquier tercero. Y que al PSOE solo le va razonablemente bien en las ciudades -Ourense y Lugo- en las que sus candidaturas sufrieron las impetuosas razias de Pilar de Lara. Es la lógica del pueblo.

En la tercera línea de sorpresas cabe señalar dos. Que -salvo en Santiago, donde ya se verá- solo los de siempre son alternativa, aunque la gobernabilidad entre en un evidente e inconveniente debilitamiento a causa de la fragmentación y diversificación de la izquierda y del emergente bipartidismo -PP y C?s- de la derecha. Y que el populismo solo se lleva por delante a los que lo jalearon -IU, UPyD y nacionalistas-, y a los que creyeron que sus ataques al modelo político y a la idea de casta corrupta solo iban a servir para sacar al PP y al PSOE de sus hornacinas y entronizarlos a ellos. La última sorpresa es que todavía queda un 29,4 % de indecisos, que pueden alterar mucho estas previsiones. Pero todo apunta a que esa abstención no milita en el entusiasmo de los nuevos populismos, sino en la decepción coyuntural de los viejos modelos, por lo que, si dicha indecisión no se va hacia la abstención, la alteración que produzca no será cualitativa, y que en lo cuantitativo solo puede favorecer a PP, PSOE y C?s, que vienen a reforzar el modelo, no a tirarlo. Por eso digo que los cambios electorales producen mucho ruido -porque son más partidos a rozarse y a pactar-, y pocas nueces -porque la situación política no va a cambiar esencialmente-. Y también pienso que esas nueces no estarán sabrosas. Porque lo que viene no es un nuevo modelo -¡gracias a Dios!-, sino la inestabilidad de lo de siempre.