Para qué vale un ministro

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

26 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Intriga cavilar cómo estará procesando Gallardón este órdago constante a su ministerio. En los meses transcurridos desde que fue expulsado del paraíso, el gobierno ha ido deponiendo su magna obra como el que elimina lascas de un trozo de piedra. La última ocurrencia que ha sido fagocitada entregaba las anotaciones de nuestra existencia a los registradores mercantiles, en una mangancha que concedía a los seres humanos la textura burocrática de una finca rústica. Rajoy premió la petulancia de un alcalde con ínfulas de emperador. Cuando Gallardón se convirtió en regidor Madrid debía 1.167 millones; cuando fue premiado con un ministerio esa cantidad se había convertido en 7.000. Un atropello que Mariano despreció mientras nos introducía en el embudo de la austeridad y nos acusaba de vivir por encima de nuestras posibilidades. Con ese despreciable patrimonio político llegó Alberto a Justicia. Hoy sabemos que tenía un sueño y que ese sueño era el reverso de aquel de Luther King que convertía a los seres humanos en iguales. Gallardón programó una justicia para pobres y otra para ricos; imaginó a las mujeres con la voluntad tutelada y sucumbió al populismo de la venganza que envía a la hoguera a los criminales. Un plan que Rajoy tenía que compartir porque la posibilidad de que cada ministro construyera un país a su medida situaría al presidente en una posición de irrelevancia impropia del hombre de estado que imaginamos aspira a ser. Es ahora cuando descubrimos que Gallardón ha valido para barnizar de cordura la gestión de Mariano desmontando las políticas que su gobierno inventó. Una maquiavelada zafia que nos convierte a todos en marionetas al servicio de los intereses electorales del PP.