El Gobierno practica el «coitus interruptus»

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

02 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Este Gobierno practica reiteradamente el coitus interruptus. Lo decía ayer Fernando Ónega en estas páginas: casi no hay decretazo o amago de decretazo que no vaya seguido, de inmediato o meses más tarde, por la -parcial- marcha atrás. Te abrasan a impuestos y a continuación te alivian con la reforma fiscal para que no desmayes. Te atrancan la puerta de la Justicia y después te abren el acceso contiguo. Te anuncian la demolición de la ley del aborto y en seguida destituyen al ministro encargado de la tarea. Expulsan a los inmigrantes clandestinos del sistema sanitario y ahora les permiten acudir al ambulatorio. Te joden y, antes de consumar el acto a plena satisfacción de sus acólitos, simulan que se arrepienten.

Agradezco las enmiendas, pero no les daré a sus autores mi aplauso ni mi voto. No merecen la absolución porque su acto de contrición no es sincero ni completo. Dice el aforismo que, cuando se comete un error, rectificar es de sabios. Estoy de acuerdo, pero niego la mayor: en las decisiones del Gobierno que he citado no hay error ni, por tanto, ninguna sabiduría en la rectificación. Si yo escrivo así, alguien podrá atribuir el gazapo a una confusión disculpable: a fin de cuentas, la v y la b están juntas en el teclado del ordenador. Pero en este caso no he cometido ningún error, porque violé a sabiendas las normas ortográficas. Tampoco se equivoca Juan Ramón Jiménez cuando usa la j en vez de la g. Ni el Gobierno: sus medidas responden fielmente a su filosofía de vida, sus criterios económicos y su credo político. Y como esos principios se mantienen inmutables, debemos concluir que solo se retractan de boquilla.

Las rectificaciones son, además, incompletas. No reparan el daño causado ni evitan que sigamos de culo: un paso adelante no compensa los tres pasos atrás que lo precedieron. El contribuyente beneficiado por la esmirriada reforma fiscal pagará más impuestos que al inicio de la legislatura. Las abusivas tasas judiciales se retiran para las personas físicas, pero el peaje subsiste y discrimina a las pequeñas empresas. El amigo senegalés que vende baratijas en Monterroso está de enhorabuena: será atendido y tendrá medicinas en caso de necesidad. Pero la universalidad del sistema ha saltado por los aires y la asistencia solo «se garantizará a aquellas personas que ostenten la condición de asegurado». Pese a la rectificación, la doble vía hacia una sanidad de beneficencia pública y una sanidad suplementaria privada continúa expedita.

El Gobierno actúa como el niño que, en cuanto oye los pasos de la madre, se apresura a colocar la carcasa del juguete caro que ha destripado, para eludir la reprimenda. Y aún la comparación no hace justicia al travieso muchacho. Probablemente este ha destrozado el sofisticado cachivache y hurga en sus tripas movido por afán científico. El Gobierno, por el contrario, lo destroza por convicción y lo recompone por mero cálculo electoral. Simplemente para evitar una previsible bofetada en las urnas.