Patrimonio

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

13 feb 2015 . Actualizado a las 17:45 h.

A medida que se acercan las elecciones, en más personas cunde la sensación de orfandad. Más ciudadanos con deseos de participar en la elección de sus representantes, en las decisiones, tienen la sensación de que se han quedado sin una de las referencias esenciales para la construcción de una sociedad justa, avanzada, próspera, solidaria y comprometida con la calidad de la democracia. Porque ese es el papel que, junto a otros agentes imprescindibles, supo jugar el PSOE desde antes del fin de la dictadura, con innegables servicios para que el país abandonase las tinieblas y la mediocridad.

Pero el Partido Socialista entró en una espiral de autodestrucción que no afecta solo a sus dirigentes o a sus estructuras, ni siquiera solo a sus militantes. Afecta a toda la sociedad y de forma singular a aquellas personas que anhelan una formación que con rigor, seriedad y sin complejos abrace una propuesta política socialdemócrata que sea posible. No se trata de la consagración del bipartidismo como única alternativa, ni de negar la posibilidad de que fuerzas emergentes acaben ocupando los espacios políticos que otros abandonan, por la derecha, por el centro o por la izquierda. Se trata de constatar los devastadores efectos de un modo de hacer política que corroe los cimientos de la política misma.

Sucede en Madrid, con el último espectáculo ofrecido a cargo de Sánchez y Gómez, pero ocurre en otros muchos lugares en los que se han adueñado de las estructuras de los partidos personas que creen que el suyo sí es oficio para cínicos. La gente encontrará refugio para canalizar sus deseos, pero es lamentable que se haya ido dilapidando un patrimonio muy valioso.