Los han pasado al sábado noche. A por la audiencia. A lo grande. Con ganas y con la cabeza alta de saber que ha sido un año histórico para el cine español. Cabalgando en la taquilla como nunca. Y no sólo con Torrente y sus chistes evidentes y subrayados. Con películas como La isla mínima, que da gusto ver. Todo un True Detective a la española, sin nada que desmerecer. La película siempre es el guion. Como en las biografías. Es el hilo del que hay que tirar. Para los chistes sobre el escenario estará Dani Rovira. Y para el Goya de honor, Antonio Banderas. Y luego un montón de duelos tremendos, casi de OK Corral. No hay en esta edición balas de fogueo. Será todo un tiroteo de talento. La citada La isla mínima, Relatos salvajes (el de la boda imperial), Magical Girl... A ver quién gana el cabezón. Pero la pelea es en todas las categorías, no solo en mejor película. Ojalá que el mejor actor se quede en casa: que se lo lleve Javier Gutiérrez y su policía atormentado (lo borda). Aunque tenga como rivales nada menos que a Ricardo Darín y a Raúl Arévalo. ¿Ellas? Todavía más difícil. Estaría bárbaro que lo ganase Bárbara Lennie, que ya ganó en Cineuropa y Compostela de cine sabe mucho. El canibalismo será doble entre los nominados a mejor director y mejor guion original. Pero es que el nivel vuelve a ser estratósferico en mejor guion adaptado, con nuestros gallegos de A esmorga. Qué ironía del destino que el prodigio de Blanco Amor, genio galaico, nos traiga el Goya a casa. Sería una manera de devolverle algo de lo mucho que le debe la cultura al irrepetible Blanco Amor. Una edición de lujo que esperemos que no se estropee convirtiendo el escenario de la entrega en una trinchera política.