Reformar la UE

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

02 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Es extremadamente paradójico que, habiendo creado el euro con el ambicioso propósito de unir Europa, nos encontremos hoy con que la moneda común está creando a veces más divisiones y recelos de los que había antes entre los países que ahora la comparten. ¿Qué ha fallado? ¿Qué sigue fallando? Economistas de prestigio, como Joseph E. Stiglitz, Nobel de Economía y profesor en la Universidad de Columbia, creen tenerlo claro: lo que faltó fue la voluntad política indispensable para crear instituciones en la eurozona que asegurasen el adecuado funcionamiento de la nueva moneda. Y en tanto no se creen estas instituciones, las divisiones no parece que vayan a desaparecer.

Lo que todo esto quiere decir es que Europa necesita reformar la estructura de la propia eurozona. No se trata ya de reformas estructurales en cada uno de los países miembros, sino de crear instrumentos comunes en el ámbito del euro. Solo de este modo parece posible recuperar una senda continuada y compartida de verdadero crecimiento. De lo contrario, en España podemos acabar añorando los tiempos de la peseta, cuando una simple devaluación podía ser el preámbulo de una solución recuperadora. Aquella peseta que sí tenía instrumentos reguladores propios, es decir, estatales, españoles.

No es verdad que los mercados se autorregulen y funcionen bien sin necesidad de ayuda o intervención. La realidad es que se necesitan mecanismos reguladores compartidos para que una moneda sea el instrumento de varios países a la vez. La verdadera solución sería crear el Estado europeo (con todos los países del euro), pero de esto todavía nadie quiere hablar en serio. Lo cual significa que deberemos seguir explorando la senda de la reforma estructural de la eurozona, con la esperanza de que también así sea posible la recuperación económica del conjunto de naciones que comparten esta moneda.

EE.UU. da señales claras de recuperación, Japón también. ¿Y la Unión Europea? No sería de recibo -aunque esté ocurriendo- que en la UE unos países estén gozando ya las mieles, mientras otros parecen condenados a sufrir las hieles. Por este camino estaríamos destejiendo sueños en la modélica unión que un día forjamos.