05 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

En nuestro país el ébola ha pasado a un total segundo plano. Ya no es una amenaza que sintamos próxima ni uno de los nuestros está en la tesitura de poder morir a causa de ello. Por eso las portadas de periódicos y telediarios vuelven a estar copadas por nuestras cosas: que si la corrupción, que si la violencia en el fútbol, que si Cataluña se independiza, etc. Los partidos políticos que quieren alcanzar el poder siguen con sus demagogias, tratando de desgastar a toda costa a quien ahora gobierna y de engatusar al electorado.

Pero la epidemia del ébola, aunque estabilizada, sigue siendo un problema de primera magnitud. Van más de 7.000 muertos. Claro que son negros, y además mueren allí, en sus países, no vienen a importunarnos. No son noticia porque no nos importan, es tal la indiferencia y dureza que han alcanzado nuestros corazones y nuestras conciencias. Y dentro de nada cantaremos con total tranquilidad villancicos, brindaremos con cava o champán por el año nuevo, comeremos turrón, polvorones y mazapán, nos haremos multitud de regalos? ¡porque es Navidad! En mi interior algo me dice que todo esto es, cuando menos, muy grotesco. Por no decir inmoral. Si de verdad tenemos un mínimo de dignidad, hay que seguir apoyando con más fuerza que nunca a las diferentes oenegé que trabajan en África para erradicar el ébola, la malnutrición y el resto de calamidades que afectan a esas gentes. ¿Estamos dispuestos?