Zafarrancho de combate. Estamos ya en plena batalla electoral. Y si alguien tenía alguna duda, ahí está el nombramiento de Alfonso Alonso para despejárselas. No es un ministro para gestionar la sanidad, sino para intentar recuperar el voto. El enfermo que pretende reanimar no es la sanidad, sino el PP. Si los dos relevos anteriores en el Gobierno han sido técnicos, este tiene un marcado carácter político. Demuestra que Rajoy da por agotada la legislatura. A partir de ahora, todo lo que se haga tendrá un solo objetivo: las urnas. Y a los ministros les toca echarse a la calle para pelear por cada voto perdido. Alonso defendió los recortes en el Congreso y ahora tendrá que hacerlo ante quienes quieren pasarle factura, los ciudadanos. Ese, y el ser un satélite de la todopoderosa Sáenz de Santamaría, es su peso. Un valor político, que no de conocimiento de la sanidad.