Ya es 10-N. Ya pasó el tiempo de la fiscalía y del Constitucional. Es la hora de los Gobiernos. La demostración de fuerza de ayer del independentismo aclaró poco las cosas. Los 2,2 millones de votantes casi son los mismos que actualmente tienen los partidos soberanistas. Son una mayoría suficiente para formar Gobierno -tienen más de la mitad de los diputados-, pero no para sostener un proceso tan complejo como es la independencia, que necesita mayorías mucho más amplias que el aproximado 35 % sobre el censo que representan esos votantes. El 9-N, más allá de estrategias partidistas de Mas, no ha modificado en nada el escenario en el que llevamos ya dos años. Es, por lo tanto, la hora de la política. Porque hay un problema que tenemos que solucionar entre todos, acordando una nueva articulación del Estado que contemple un tratamiento específico para territorios, como Cataluña, que no se sienten cómodos con lo que hay, pero que tampoco tienen una mayoría para romper el Estado.