Geometría variable

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

07 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Aún falta mucho para las elecciones generales, pero la demoscopia ya nos está avisando de un más que previsible cambio radical en el mapa político español, con la ruptura del bipartidismo rotatorio que ha dominado los 37 años de democracia. No es un cambio menor, porque va a tener múltiples consecuencias en todos los ámbitos, pero una de las más relevantes es el terremoto que va a provocar en la geometría para formar mayorías de Gobierno.

Con la opción binaria el asunto era fácil: formaba Gobierno el partido que ganaba las elecciones. Fue así en las once legislaturas que llevamos desde 1977. Pero ahora esa lógica binaria va a saltar por los aires, porque con tres fuerzas por encima del 20 % es prácticamente imposible que ninguna de ellas alcance una mayoría parlamentaria suficiente.

Entramos en un nuevo período, en un juego político que en matemáticas se denomina combinación de tres elementos tomados de dos en dos, porque ningún partido por si solo, ni siquiera apoyándose en las minorías nacionalistas, tendrá mayoría en el Congreso de los Diputados. Y eso hace inevitable que por lo menos dos de los tres se pongan de acuerdo para formar Gobierno. Pero ¿quiénes y cómo lo pueden hacer? El PP desde luego que no. Ya sabe que su única opción de gobernar en España, pero también en las comunidades autónomas y los ayuntamientos, es alcanzar la mayoría absoluta. Y por eso está asustado ante un ciclo electoral que empieza en mayo y que lo va a desalojar de su actual poder institucional.

Por su parte, el PSOE se va a tener que enfrentar a un enorme dilema: pactar con Podemos e Izquierda Unida o formar un Gobierno de gran coalición con el PP, siguiendo el modelo alemán. Cualquiera de las dos opciones lo colocan en una situación compleja, que tiene que gestionar con enorme habilidad, porque la que elija no será bien entendida por la mitad de su electorado.

Y lo mismo le va a suceder a Podemos. Su espectacular éxito para dar expresión política y electoral al enorme cabreo de una parte de la ciudadanía no le va a llevar mucho más allá de lo que las encuestas le pronostican. Y con el 25 %, ni siquiera llegando al 30 %, no se aproxima siquiera a esa mayoría suficiente de diputados y diputadas para constituirse en fuerza de Gobierno. El discurso de alcanzar la mayoría absoluta es una retórica falsa, también para Podemos, y le obliga, le guste o no, a definir una estrategia de alianzas con el resto de fuerzas políticas de la izquierda salvo que aplacen ad eternum el asalto a los cielos. Renunciar a ello y empujar al PSOE a un acuerdo con el PP, mantenerse al margen y aplazar el momento de asumir la responsabilidad de gobernar, puede ser una decisión cómoda para la dirección de Podemos, pero incomprensible para la gente, la muchísima gente que los va a votar para que las cosas empiecen a cambiar ya, porque su situación se acerca a lo insoportable.