Dice Cospedal que el PP está tan indignado como los ciudadanos. Lo dijo ayer en Murcia, pero bien podía haberlo dicho en la sede de su partido, ese edificio de la calle Génova que se reformó con dinero ilegal, concretamente con un millón setecientos mil euros ilegales o, dicho en politiqués, «fondos ajenos al circuito económico legal». Ya verán como la única culpa al final la tiene Bárcenas pero de momento los dirigentes del PP se reúnen y organizan este país con la vista puesta en un gotelé ilícito y el excusado en el que se deshacen de sus sobrantes físicos es lo más parecido a un antro clandestino, con un alicatado ilegítimo procedente sabe dios de dónde. Ya puede desgañitarse Montoro lo que quiera, ya pueden hacer toda la pedagogía que consideren los inspectores de Hacienda; cada vez que Rajoy asome la patita por Génova 13 nos estará dando argumentos para auto aplicarnos amnistías fiscales que nos permitan eludir el pago de impuestos con la misma caradura con la que estos señores ofician el poder desde un templo barnizado de flagrantes irregularidades que a nadie parecen incomodar. Lo siento, señores, pero toda la pompa con la que pronuncian la palabra sacrificio sonará a choteo mientras mantengan esta pasmosa indiferencia ante una realidad intratable: el partido que gobierna España adecentó su sede general sin pagar impuestos y con un dinero de procedencia sospechosa, sede a la que supongo habrá acudido más de un ministro de Hacienda para que el recochineo sea ya definitivo. Ya lo dijo el presidente del Supremo, aquí solo se vigila al robagallinas.