La guerra de Oriente Medio está causando problemas al presidente de EE.UU. por su falta de estrategia y por no controlar los conflictos que se desarrollan en la región. Por un lado, Obama se empeñó en acabar con el régimen de Assad en Siria, pero los acuerdos para que los sirios renunciasen a las armas químicas implicaron una distensión de la postura americana. También en Ginebra las conversaciones con Irán para que detuviesen el proceso nuclear suavizaron las penalizaciones a que estaba sometido Teherán. Así, arreglando los conflictos por medio de la diplomacia, Obama pensó que podría rebajar los presupuestos militares al dar fin a las guerras de Afganistán y de Irak.
Tan pronto como Obama puso en práctica la política de la paz por diplomacia, que le dejaba las manos libres para dedicarse al Pacífico y China, estallaron los graves conflictos de Ucrania y Oriente Medio, con el Estado terrorista que se ha situado entre Siria e Irak, extendiéndose hacia el norte y el sur. El dilema de Obama consiste en que su estrategia de no ocupar el terreno y atacar desde el aire no funciona, y los países que deberían poner los soldados no pueden, porque están siendo derrotados en combates para los que no estaban preparados, mientras los yihadistas reciben refuerzos importantes. Así, su exsecretario Panetta critica a Obama por no saber qué hacer en conflictos tan graves en los que se juega el liderazgo de EE.UU.