Políticos de hormigón

Laureano López
Laureano López CAMPO DE BATALLA

OPINIÓN

28 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Está López Orozco, un caso singular pero no el máximo exponente de esta escuela, los políticos de hormigón armado, impermeables a todo y a todos. El alcalde de Lugo anunció esta semana que vuelve a presentarse porque alguien tiene que salir en rescate de una ciudad, una Galicia, una España y una Europa en crisis total (sic). Lugo, capital de la Pokémon y de una huelga de basuras de récord Guinness, tiene a su autoproclamado mesías. Muy al estilo Vigo, pero sin llegar a la altura de Caballero. En esta ciudad lo saben, porque lo sufren. Repetirán Orozco y Caballero porque están, al menos por ahora, en su derecho. Como está Besteiro en su derecho de mirar para otro lado y el mundo de quedarse pasmado. Otra cosa es que hablemos de deberes, de lo procedente, de qué es bueno para los ciudadanos, aunque ya sabemos que esto importa más bien nada: basta ver la nueva entrega de la Pokémon para saber por qué muchos políticos se aferran al cargo. Lo que se avecina en Vigo no parece que sea como para despachar con un lacónico «siguiente pregunta». Puesto que no lo hará en público ni en sede municipal, cautiva y desarmada una oposición que más parece un oso de peluche -solo les falta al PP y al BNG cantarle una nana para que tenga dulces sueños- quizás Caballero tenga por fin que dar explicaciones en otra sede, pues «dura lex, sed lex». En esta escala de políticos de hormigón armado que puebla la política gallega (si hablamos, por ejemplo, del PP, este artículo no se acaba nunca...), de los que viven, y viven muy bien, al margen de todo y de todos, el campeón es Caballero, que también parece haber subido a su monte Sinaí, como si lo que hace fuera por mandato divino. Si se confirman estas poderosas sospechas de la fiscalía que implican a uno de sus hombres de confianza, y de paso a toda la junta de gobierno, o sea, a Caballero mismo, estaremos asistiendo al principio del fin de un político que si un rasgo le define es haber defendido unos intereses que -y en esto hasta podría pasar por un político del montón- nunca fueron los de sus gobernados.