Sants en llamas

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa FARRAPOS DE GAITA

OPINIÓN

01 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Barcelona, a la vez parte y todo de Cataluña, es pura contradicción. Es el seny y la rauxa, la sensatez y la furia. Es, al mismo tiempo, el propietario del colmado de la esquina y el okupa encapuchado de Sants.

Barcelona es también el sueño alucinado de Dalí y el pájaro que vuela hacia las estrellas de Miró. Gimferrer y Vila-Matas. El fino estilismo de Iniesta y la torpeza ontológica de Oleguer. Pujol (Jordi) y Puyol (Carles). La poesía de Espriu y la prosa detectivesca de Vázquez Montalbán. Los palacetes de Pedralbes y las moles tipo hormiguero humano de Barberá del Vallés. La Gran Vía y Can Vies. Josep Pla y Albert Pla. El butanero pakistaní y el diseñador gráfico del carrer Mallorca. Pep Guardiola y Albert Boadella. El Raval y la Diagonal. El Liceo y el Sónar. El patio de Letras de la Universidad de Barcelona y el Nou Camp. Marsé y Brossa. El cercanías y el Jaguar de no sé cuántos cilindros. La terraza del Zurich y el altillo del Bar del Pi. Mariscal y Barceló. Los periquitos y los culés. Y los del Europa, que ya no existe, pero que era la alternativa épica al bipartidismo Barça-Espanyol.

Barcelona es la tesis de Arcadi Espada y la antítesis de Pilar Rahola. La Seat y la Seda. Ferrer i Guardia y Tarradellas. Ajoblanco y Planeta. El Botafumeiro y el Kentucky Fried Chicken. La Autónoma y la Pompeu Fabra. La casa Batlló de Gaudí, que se derrite bajo la lluvia sobre la acera del paseo de Gracia, y la retícula perfecta del Ensanche de Ildefons Cerdà.

Barcelona es Barcelona y su reverso. Incluso a veces se da el caso de que en una sola persona habitan las dos ciudades, los dos universos. Sucedía, por ejemplo, con el tío de Esperanza Aguirre, un tal Jaime Gil de Biedma, en el que cohabitaban el pequeñoburgués, directivo de la compañía de tabacos familiar en horario de oficina, y el poeta autodestructivo que se bebía a tragos largos la noche barcelonesa.

No se puede comprender del todo esta ciudad, que lo mismo se lía a montar barricadas en llamas en Sants que le organiza a la infanta una boda a todo plan en la catedral. Pero tal vez precisamente por eso, porque es imprevisible y contradictoria, porque es esquizofrénica y bipolar hasta la médula, Barcelona es Barcelona.