No hay mayor error que no querer ver la realidad. Cuando el mundo cambia, de nada sirven las viejas recetas, por acertadas que fueran en su día. Aferrarse al pasado es como agarrarse a una roca para intentar resistir un tsunami. Inevitablemente, se acabará arrastrado por la fuerza de las olas. Es lo que le sucederá al PSOE si se empecina en recurrir a los métodos de siempre. Las nuevas generaciones demandan una mayor participación en aquello que les afecta. No se trata de acabar con la democracia representativa, sino de airearla, de perfeccionarla. Ni la demagogia ni el populismo se combaten alimentando el elitismo, sino fomentando el debate. Solo quienes defienden privilegios temen la participación. Nuevos tiempos, nuevas formas. Siempre ha sido así. Ocurrió en aquel viejo PSOE que transformó Felipe González y volverá a suceder ahora, salvo que los socialistas quieran ser barridos por los vientos de la historia.