La película que se ha llevado el Oscar al mejor guión es un precipicio. Es el precipicio al que vamos todos por no querer ser reales. Así acabaremos todos o nuestros hijos. Spike Jonze cuenta cómo el protagonista interpretado por el intenso Joaquim Phoenix se enamorada de un sistema operativo. Una voz de chica, la voz es la de Scarlett Johansson (muy recomendable verla en versión original), que poco a poco entabla una relación con el y se convierte en su amiga de su alma, en su pareja perfecta, en la mítica media naranja (solo que sin cuerpo). Incluso tienen sexo virtual. Y es que la chica, con los datos que tiene programados de este escritor de cartas de amor para otros (ese es su trabajo), siempre le dice la frase que el quiere escuchar. En el filme es todo muy hipster, pero por momentos emociona. Enamorarse es una locura que está socialmente aceptada, se dice. Y queda sobre todo la sensación de que vamos hacia una sociedad donde los seres humanos cada vez nos evitaremos más y todo lo haremos a través de teclados o con golpes de voz. Así lee y elimina el sus correos sin llegar ni a abrirlos. La tecnología que nos hace estar más próximos que nunca, nos coloca poco a poco más lejos.