Europa a debate

OPINIÓN

19 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El reciente debate televisivo entre quienes encabezan las listas del PP y del PSOE en las elecciones al Parlamento ha suministrado una pizca de morbo a la insulsa campaña electoral. No sé si las desafortunadas palabras del ex ministro para justificar su mejorable intervención fueron también aconsejadas por el asesor de turno que tiene hoy el titular de cualquier poder. Aun siendo un buen actor, resulta más eficaz aparecer como se es. En este caso, por mucho trend topic que hayan supuesto en las redes sociales, no parece que vayan a influir como el error del atrezzo de Nixon en las elecciones contra Kennedy o la astucia veterana de Solbes frente a la caballerosidad de Pizarro en las segundas elecciones ganadas por Zapatero. Resultaría muy revelador que fuesen decisivas.

Más que el imputado machismo me ha llamado la atención que el representante popular haya esgrimido que si el debate hubiese sido con Rubalcaba hubieran podido decirse todas las barbaridades. Revela el sentido de lo que se debate en estas elecciones. Son nacionales y así se transmite a los fieles partidarios e incluso a los ciudadanos no condicionados por la militancia. Qué Europa. La del partido. No vote al Zapatero de la herencia desastrosa; no se le ocurra hacerlo al de los recortes sociales y enemigo de las mujeres. Los minoritarios van también a lo suyo: aumentar la cuota de mercado en España o introducirse en él, o hacer publicidad de sus independentismos. La credibilidad de la apuesta socialista para cambiar el rumbo marcado desde la Unión Europea encuentra la dificultad no solo del Rodríguez Zapatero que en 24 horas pegó un volantazo radical a su orientación ideológica, sino también a las medidas que acaba de adoptar el hermano francés. La apuesta popular tiene en contra la fatiga de la ciudadanía, que puede demostrarla entendiendo que estas elecciones no son decisivas. La mejora de los indicadores de la macroeconomía no es suficiente para ilusionar. No todo es contabilidad y menos aun cuando las cuentas no le salen a tanto parado. Hay desconfianza.

Una novedad de estas elecciones es que el Parlamento va a elegir al presidente de la Comisión. Es un avance; pero no hay que engañarse. El poder está en el Consejo y se inclina del lado del más fuerte. En la medida en que un Estado sea fuerte será tenido en cuenta. Se le tuvo con Felipe González; se le tuvo con el antipático Aznar cuando peleó por entrar en el quorum necesario para vetar soluciones adversas para los intereses nacionales, que Zapatero cambió por tener más diputados en el Parlamento. Esa es la cuestión en la Unión Europea que sigue basada en una asociación de Estados, volcada fundamentalmente en lo económico. La debilidad de una acción común se ha apreciado en relación con Ucrania. Donde el Parlamento puede tener alguna eficacia es en presionar en cuestiones humanitarias como la inmigración o ideológicas que los tratados, sin embargo, dejan a las tradiciones constitucionales de los Estados y a veces se ignora.