Secuestradas por Boko Haram

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

11 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Nigeria, el país más poblado de África, es un gran productor de petróleo, pese a lo cual sufre graves desigualdades sociales. Víctima de los desmanes coloniales, quedó bajo el protectorado británico desde 1901 hasta 1960, cuando obtuvo su independencia. Desde entonces ha vivido guerras civiles y golpes de Estado propios de un país en consolidación y con un sustrato social sin experiencia democrática. En 1999 puso fin a 16 años de gobierno militar con el inicio de la cuarta república. De sus más de 175 millones de habitantes, la mitad son musulmanes, el 48 % cristianos y el resto animistas. Desde el 2013 sufre un levantamiento islamista en las provincias del norte, de mayoría musulmana, que busca imponer la sharia como ley para todo el país. Entre los sublevados se encuentra Boko Haram -«la pretenciosidad es anatema»-, conocido por su salvajismo. El pasado 14 de abril, miembros de este grupo terrorista asaltaron un colegio, donde secuestraron a más de doscientas niñas con varios objetivos: primero, para manifestar su oposición frontal a que las niñas reciban educación, ya que consideran que solo deben dedicarse a tener hijos y cuidar del hogar. Segundo, para satisfacer sus necesidades sexuales y obtener ganancias con su venta como esclavas; y tercero, como venganza contra el Gobierno nigeriano por haber detenido en el 2011 a las mujeres e hijos de sus dirigentes.

El Gobierno nigeriano no manifestó el más mínimo interés en rescatar a estas niñas hasta que los medios y oenegés internacionales dieron relevancia al acontecimiento. La brutal ignorancia de los terroristas, unida a la inoperancia de las fuerzas de seguridad, mantienen en una permanente e injusta indefensión al eslabón más vulnerable de la sociedad: las niñas. Víctimas de la lucha entre laicismo y fanatismo, entre democracia y desorden, estas pobres criaturas pagan en sus cuerpos y en su espíritu la desgracia de pertenecer al sexo femenino en el Tercer Mundo, donde poco parece que podemos hacer para ayudar.