Estadísticas de desempleo: instrucciones de uso

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

09 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El Gobierno está tan entusiasmado en su campaña de autobombo con la evolución del empleo que no duda en descalificar al Instituto Nacional de Estadística, en cuestionar su acreditada trayectoria y su prestigio internacional. Primero lo dijo Feijoo, después Rajoy: la EPA no sirve, lo bueno es el paro registrado.

Se les ve el plumero: los datos del INE muestran la dureza de la crisis del empleo, mientras que los del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) «parecen» mejores. Sin entrar en complejas cuestiones metodológicas -que el dúo de presidentes parecen ignorar-, es bueno conocer la dinámica de su fuente favorita. El paro registrado es la suma de las personas inscritas en las oficinas del servicio público de empleo (lo que antes se llamaba Inem). Su variación -que baje, por ejemplo- se relaciona solo indirectamente con el empleo, porque hay más razones para no renovar la tarjeta del paro.

Quienes se inscriben y acuden a las oficinas de empleo lo hacen por tres motivos básicos: porque es obligatorio para cobrar prestaciones, porque es un requisito imprescindible para acceder a los cursos de formación y otras políticas activas, y porque aún no desistieron de encontrar un empleo a través del servicio público. Estas son sus tres funciones: la intermediación, la protección y formación y la orientación de los desempleados. Veamos qué pasó en Galicia con estas variables.

En el último año, el paro registrado se redujo en 20.315 personas, pero la afiliación a la Seguridad Social solo aumentó en 537. Es evidente que la creación de empleo no fue la razón de esa reducción. Las razones son otras. Por ejemplo, que en marzo del 2014 hay 17.870 personas menos que hace un año cobrando prestaciones por desempleo, una cifra sospechosamente próxima a la reducción del número de desempleados. O que se recortaron un 60 % los fondos para políticas activas de empleo, que están transferidos a la Xunta. O que las oficinas, cada vez con menos personal, con menos recursos, mal dirigidas y en proceso de acoso y derribo por el Gobierno, apenas ayudan a encontrar empleo: en el 96 % de los contratos que se formalizan cada mes, se limitan a registrar acuerdos entre la empresa y el trabajador contratado, sin más.

Dicho claramente, el Gobierno central y la Xunta han menoscabado de forma consciente el servicio público de empleo, al tiempo que potencian los servicios privados y las ETT. El resultado es que cada día que pasa el papel del SEPE es menos relevante y, por lo tanto, las personas desempleadas tienen pocas razones para permanecer inscritas. Y el Gobierno, encantado: cuanto más lo deteriora, más se reduce el paro registrado; pero no porque la gente encuentre un empleo, sino porque se borra de unas listas que no sirven para casi nada. ¡Pues el dúo presidencial aún tiene el cinismo de celebrarlo!