Agur, Mayor Oreja

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

14 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Jaime, sobrino de Marcelino, hijo de médico donostiarra, estuvo a punto de ser ungido por el caudillo Aznar como su sustituto. Uno de sus retrasos al Parlamento vasco cambió su destino. Y es que resultaba complicado vivir en Madrid y viajar los viernes a los plenos del antiguo instituto del paseo de la Florida, en Vitoria. Aquel día se le terminó la suerte al perderse una votación presupuestaria por ausencia y contra el modelo financiero proyectado por el Gobierno de Ibarretxe. Fui testigo, en casa de Ramón Tamames, de las dificultades que hubo para que el patricio democratacristiano aceptara cambiar el Ministerio del Interior por la cabeza de lista en la coalición PP-PSE-UA para transformar el espíritu de Ermua en fuerza alternativa al PNV de Juanjo Ibarretxe y su plan soberanista, mucho más radical que el modelo de mi amigo, vecino y anfitrión en la Mesa de Ajuria Enea, el lendakari Ardanza, que me pidió en su día colaboración para convencer a mi otro amigo, Juanjo de Llodio, para que volviera a la política desde un máster en economía y evitar así al duro-ortodoxo-guipuzcoano candidato de Arzalluz, Egibar. Luego resultó que Ibarretxe se transformó en iluminado. Lo que puedo atestiguar son tres hechos: Oreja fue ministro del Interior por ser vasco y no querer serlo ninguno de los visitantes del hogar Aznar-Botella. Su carrera política en UCD la hizo gracias al prestigio de su tío: mitad político, mitad banquero, con aditamentos de diplomático. Su discurso siempre fue monotemático. El estado del terrorismo y las trampas del nacionalismo radical al Estado español. Con su salida del ministerio comenzó a ser contestado por la nueva generación de políticos vascos. Su presencia en las instituciones europeas y su empeño en hacerse presente a base de conciliar duros, viejos y superados fantasmas, lo hizo incómodo. Los democratacristianos que fundaron UCD desde el grupo Tácito en el periódico Ya, y que luego conspiraron contra Suárez, quedaron reducidos a personajes como Herrero de Miñón y Óscar Alzaga.

A Oreja nadie lo echará de menos.