En la madrugada del día 2 un joven pierde la vida en accidente de tráfico, en una carretera de Oza-Cesuras. Estamos en el siglo XXI y el hecho de que en el marco del tráfico ocurra esto es como una regresión del propio tráfico a su primitivismo. Y ocurre que esta tipología de desdichas se repite una y otra vez en nuestra tierra. Entonces la pregunta se hace inevitable: ¿no serán estos hechos algo más que un accidente de tráfico?, ¿no conforman un fracaso social, un fracaso de algunas estructuras de la sociedad como la familia, la gestión del tráfico y hasta los poderes públicos en la regulación del funcionamiento de ciertos establecimientos para la diversión de jóvenes? Sí, la sociedad abre puertas y ventanas, y también las esclusas de la razón y del bien común. El orden social no consiste en dejar hacer y dejar pasar. Al menos, en tanto haya lugar para esta suerte de desdichas, no se diga que el tráfico, plano de la realidad social, marcha por buenos derroteros.