ORA et labora

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

14 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Aunque a mí lo que verdaderamente me preocupa es cómo las sucesivas ciclogénesis explosivas están afectando a la cosecha de coles y patatas, esto de la corrupción empieza a traerme por la calle de la amargura; les explicaré por qué. Empiezo a estar harto de que junto a la legítima defensa de imputados y allegados, se nos traten de colar como verdades algunas cosas que lo que único que pretenden es diluir la responsabilidad de los implicados. Para que entiendan a qué me refiero, me centraré en dos cuestiones.

Para empezar, he oído en repetidas ocasiones que los políticos son un fiel reflejo de la sociedad y que, por tanto, la corrupción en la política no es más que la proyección de lo que ocurre en el conjunto de los ciudadanos. Si lo piensan, aceptar esta solemne estupidez es lo mismo que asumir que los políticos son elegidos de forma aleatoria entre la población, lo cual, no lo duden, es totalmente falso. Veamos un par de ejemplos aclaratorios.

Supongamos que el Concello de Baralla, que visito frecuentemente, quiere formar una orquesta sinfónica. Nadie en su sano juicio pensará que la elección de los miembros de esta agrupación musical se deba realizar de forma aleatoria entre los ciudadanos de la villa; de ser así, podrían contar con un gaiteiro y un pandereteiro, pero, probablemente, se encontrarían con un buen número de gente que no toca ningún instrumento. La sinfónica de Baralla, por suerte para nuestros tímpanos, no es un reflejo de la sociedad y, lógicamente, su éxito dependerá de la eficiencia en el proceso de selección entre los músicos que concurran al proceso.

Piensen ahora en la creación del hipotético Fonsagrada Fútbol Club. Si la selección de sus jugadores se realizara al azar, dada la situación demográfica del concello, habría un buen número de jubilados en la plantilla, lo cual no le augura un gran futuro. Sin embargo, como el plantel no es un reflejo de la sociedad, sino consecuencia de una selección entre los jóvenes deportistas de la villa, la trayectoria del Fonsagrada F.?C. será un éxito.

También me sorprende escuchar, y esta es la segunda cuestión, que el hecho de estar imputado no significa nada, como si los jueces utilizaran para tal fin un bombo del bingo. Esta intención de transmitirnos que las imputaciones por corrupción son prácticamente por sorteo, además de cuestionar el trabajo de los jueces, es fácilmente desmontable, de nuevo, con los ejemplos anteriores. Si lo piensan, de ser así, tendríamos en las listas de la Pokémon a algún músico de Baralla o a algún joven futbolista de A Fonsagrada, cosa que, hasta ahora, no ocurre.

Ni los políticos son un reflejo de la sociedad, por más que formen parte de ella, ni se les imputa al azar. Los políticos son el reflejo de una parte de los ciudadanos que optan por dedicarse a la política, aceptan el orden y la disciplina de los partidos, y tratan de ejercer el poder. Esto no es necesariamente malo, pero si hay corrupción es porque el proceso de selección es deplorable y las listas electorales están plagadas de malos músicos o pésimos futbolistas. Cargarle el muerto al resto de la sociedad es tan falso como pueril.

Seamos optimistas. Esperemos que pasadas las sucesivas ciclogénesis de corrupción, imputados y no imputados abandonen su dedicación a la ORA y empiecen a dedicarse a las coles y las patatas, el labora, algo mucho más edificante que el espectáculo al que estamos asistiendo. Entretanto, yo me voy de Baralla a Fonsagrada.