Nada hay de malo, ni de inmoral o ilegal, en que la pareja de un político progrese en su carrera profesional. Nada, salvo que ese progreso esté convenientemente apadrinado por el político. La Justicia acaba de concluir que hubo «desviación de poder» del tribunal examinador en la adjudicación de una plaza de jefe del servicio del CHUS, siendo el beneficiario de dicha plaza marido de la exgerente del Sergas, hoy conselleira de Sanidade. La sentencia no se aventura a establecer que haya habido relación alguna entre el arreglo del tribunal examinador y el cargo que ocupaba Rocío Mosquera. Pero si la Justicia no ha podido ir más allá, la Xunta sí debe despejar cualquier atisbo de duda, y decidir si el caso requiere o no de una cirugía invasiva. Salvo que le importe poco que todo su crédito acabe en la uci.