Promovida por la ONU, se va a celebrar en Ginebra la segunda conferencia de paz, en un nuevo intento de encontrar una solución a la sangrienta guerra civil de Siria. Lo que empezó como una más de las revoluciones árabes, ha terminado en una guerra de cien mil muertos y dos millones de refugiados. El objetivo de los rebeldes es expulsar al régimen de Asad, lo mismo que sucedió en otros países árabes con sus respectivos dictadores. Así cayeron Ben Alí en Túnez, Gadafi en Libia y Mubarak en Egipto. Pero en Siria se ha convertido en una guerra internacional donde se juegan intereses exteriores. Las grandes potencias están alineadas con los dos bandos, igualmente las potencias mayores de Oriente Medio. Parece que la guerra, en la que también participa Al Qaida, no se decanta de ningún lado. Ahora, por fin, Obama y Putin se han convencido de que es posible un diálogo de paz que ha despertado grandes esperanzas en miles de personas que sufren. Pero las posturas son irreductibles, los rebeldes, apoyados por once países, quieren la destitución de Asad, mientras que este, desde el poder, solo puede ofrecer elecciones y que el pueblo decida. Esta conferencia de paz, si saliera bien, garantizada por EE.?UU. y Rusia, podría significar un acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, que apoyan a cada uno de los bandos. Así podría llegar la ayuda humanitaria a la hambrienta población.