Televisiones públicas e instrucción pública

OPINIÓN

11 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ni una sola televisión pública que pagamos con los impuestos ha programado campañas sistemáticas de publicidad para instruir en asuntos de interés público. Solo contenidos comerciales y boato para el Gobierno de turno.

Digo esto a propósito de la red de falsificación de ropa y zapatos de marca desmantelada recientemente en España y Portugal, que tenía en los imanes marroquíes de las mezquitas de Ourense y Xinzo de Limia a dos de los cabecillas.

Ningún Ejecutivo ha decidido que esas televisiones realicen acciones sobre los daños letales que tiene para la economía y el bienestar de los ciudadanos el comercio ilícito de productos y mercancías; la piratería de los derechos de autor, la falsificación de marcas comerciales, la apropiación indebida de patentes, el consumo de medicamentos falsos adquiridos por Internet, la trata de blancas y la trata de negros.

Un gobernante con visión de Estado aprovecharía la existencia de esos entes, sostenidos con los impuestos de los estrujados contribuyentes, para concienciar sobre el daño vitriólico que causan esas prácticas: destrucción masiva de puestos de trabajo, evasión al fisco de ingentes cantidades económicas (hasta el 10 % del PIB), que no se pueden destinar a sanidad, educación, pensiones, asistencia social, y empleo de recursos masivos para que diversos cuerpos y agencias de seguridad combatan una guerra imposible de ganar sin una conciencia cívica firme. Nada de esto hay en las televisiones públicas.

Y cuando se conocen algunos datos, aterra: el 15 % del PIB chino es falso porque proviene de producto falsificado en China y Hong Kong, donde se fabrica el 71 % del producto mundial falso. Esta práctica destruye 2,5 millones de puestos de trabajo directos en la UE; 4,5 millones de españoles, de los que 1 de cada 4 son jóvenes de entre 18 y 30 años, compran productos falsificados, principalmente en mercadillos y rastrillos. El 12 % del tabaco que se consume en España es falso o de contrabando, defraudando al fisco 1.200 millones de euros anuales. En Andalucía se consume el 50 % de ese 12 %, hasta el punto de que se han cerrado ya 6 de los 9 estancos que había en Algeciras, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo, de tributos a la Hacienda pública, de gasto en desempleo y asistencia social? Y quienes, por el ficticio sentimiento de Robin Hood, creen que es bueno consumir falso porque se ayuda al que lo vende, yerran porque lo que genera su comportamiento es más pobreza general y más delincuencia organizada. Una pescadilla de la que se sale con más civismo.