Mandela en Euskadi

Ventura Pérez Mariño PUNTO DE ENCUENTRO

OPINIÓN

09 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El pasado sábado, 63 recién excarcelados de ETA por la no aplicabilidad de la doctrina Parot, según dictaminó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, se reunieron en Durango, donde leyeron un comunicado. La reunión ha venido marcada por la oposición a la misma que en términos muy duros manifestaron el Gobierno y expresamente el ministro del Interior, el PSOE y otros partidos al igual que diversos colectivos, y especialmente la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Judicializada la decisión, esta fue resuelta por el juez Pedraz, que con sentido común explicó que se trata de un problema penalmente neutro y, en consecuencia, de acuerdo con la Constitución, el derecho de reunión y manifestación son dos principios a los que se accede sin necesidad de pedir permiso.

En mi opinión, la reunión no solo no debía ser prohibida, sino que, al contrario, es positivo que se haya celebrado, es una escenificación del muy pronto final del túnel. Supone un paso adelante.

¿Quién se iba a imaginar a los 63 etarras, con más de 300 asesinatos a sus espaldas, reivindicar medidas de mejora penitenciaria para los 527 presos que quedan de la banda, de forma pacífica, cuando hace bien poco sus reivindicaciones las hacían encapuchados y con un arma en las manos? ¿Quién nos iba a decir que los 63, podríamos decir más criminales de la banda, iban a reconocer los daños que han producido y que iban a manifestar su compromiso de renunciar a la violencia?

Es muy cierto que la aspiración común es que entreguen las armas y pidan perdón, y así debe finalizar la historia. Pero un problema tan hiriente que viene durando desde hace 50 años no desaparece de un plumazo. El ver a Kubati pidiendo la mejora de normas penitenciarias cuando él mismo disparó y mató a Yoyes delante de su hijo por haber aceptado medidas de reinserción en la cárcel, allá por los años 80, no puede ser una casualidad, y creo que apunta en la buena dirección.

Es más que comprensible que las víctimas de ETA, y en concreto aquellas que han sido víctimas de algunos de los excarcelados reunidos en Durango, no puedan aceptar nada de ellos, ni verlos ni oírlos, pero políticamente las cosas han de tener otro cauce de discusión. Los 63 excarcelados no han tenido los homenajes a los que estábamos acostumbrados. La sociedad vasca ha ido cambiando, aunque con lentitud, y ahora hay que preparar la disolución de la banda. Para ello no estará de más el recordar algunas de las prácticas que Mandela nos enseñó. Al Gobierno, al PP y al PSOE, entre otros, les toca actuar con la inteligencia necesaria de, entre otras cosas, saber que es mejor que se reúnan, que reconozcan el fracaso de su posición y que den los pasos para que en futuras reuniones se consume el cerrojazo a esta noche negra que ha supuesto ETA. Pero, para que las cosas continúen progresando, es conveniente saber que para los excarcelados, asesinos todos ellos, los más duros de los duros, les habrá sido difícil llegar a la reunión. En mi opinión, Mandela la hubiera propiciado.