Es lo que hay

OPINIÓN

23 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El final de Novagalicia Banco permite a su personal unas tranquilas fiestas de Navidad y empezar el año 2014 sin la inquietud que se había acentuado desde que comenzó el procedimiento para su adjudicación en subasta. No es pequeña cosa en una etapa en que lo más preciado para una mayoría grande de población es tener un puesto de trabajo. Al día de hoy, por tanto, la adquisición por Banesco, mayoritario también en el Banco Etcheverría, tiene esa decisiva ventaja. En último término, al haber ofertado un claro mayor precio que los competidores es indudable que la resolución ha sido técnicamente correcta. Los términos de la subasta no admitían una solución distinta. Cuenta a su favor que el comprador no tiene la opacidad de los fondos de inversión, cuya deriva futura es incierta por su propia naturaleza. Tiene base en una entidad bancaria enraizada en Galicia que debe condicionar la trayectoria del banco resultante y hacer creíbles las manifestaciones del propietario mayoritario confirmadas en el mantenimiento del presidente y el consejero delegado de la matriz. Es de desear que se realicen en el futuro.

Se ha criticado que no se haya esperado más para celebrar la subasta; pero no es descartable que un retraso empeorase la solución desde el punto de vista de Galicia. De otra parte, la capacidad de maniobra del nacionalizado NCG era reducida. Se le impusieron reducciones de personal, contribución al banco malo, reducción del ámbito geográfico de actuación, inflexibilidad en el tratamiento de preferentes y subordinadas. Y no se sabe hasta qué punto nuevas imposiciones podrían aumentar esa falta de autonomía. Alargar la transitoriedad mantendría la inquietud en el personal. Por lo menos, ahora se está fuera de las consecuencias del rescate financiero.

Es cierto que el Estado, es decir los ciudadanos, ha perdido en la operación ocho mil millones, que forman parte de los cuarenta mil del crédito que nos han dado en Europa para hacer frente a la reestructuración bancaria, la mayor parte de los cuales han ido a parar a Bankia, intocable por ser calificada de sistémica. Tal como se han ido afrontando las nacionalizaciones bancarias, lo más probable es que el Estado no recupere todo el dinero inyectado. Un nuevo indicio es que calculaba conseguir con la venta de NCG solo unos quinientos millones más de lo ofrecido por el adjudicatario.

Han desaparecido unas entidades financieras con características propias, cercanas a la gente que depositaba ahorros y confianza en ellas, cuyos responsables las llevaron al terreno ajeno del negocio bancario. Por una ironía cruel un banco pequeño, de prácticas tradicionales, ha venido a ser el flotador de los restos de aquellas. No ha sido el final que los sufridos ciudadanos de esta periferia peninsular deseábamos. Un mal menor como Barreras, como? Es lo que hay. Lo demás se fue por el vertedero de la historia. Al menos, debería salvarse el patrimonio de arte, obra social, que se constituya en bien de todos.