El Cesga, un esfuerzo gallego con el CSIC

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

21 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Quienes en 1991 empezaron a pergeñar el nacimiento de un gran centro de supercomputación para la investigación y la innovación, y por tanto para las comunidades de científicos y tecnólogos, sabían bien de su necesidad y adelantaron al futuro. Siempre hay una idea y unas personas, a veces las ideas son asumidas por las instituciones. Y en este caso, tanto el Gobierno gallego como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas asumieron, porfiaron y trabajaron por esas ideas. Lo hicieron, claro, las personas y las instituciones.

Celebrado el vigésimo aniversario del Centro de Supercomputación de Galicia, es tiempo de reflexión. No sobre el Cesga, que tiene ya compromiso para la renovación ineludible del mítico Finisterrae pasadas tormentas propias de tanta escasez cierta e impostada.

El Cesga, además de un excelente instrumento de gran cálculo, una eficaz estructura de comunicación, un medio complementario para la educación, y un soporte imprescindible para el desarrollo de proyectos de investigación científica y tecnológica, es una organización paradigmática del entramado institucional, escaso, de la investigación científica y la innovación en Galicia.

Paradigmático porque nadie ha tratado de duplicarlo o triplicarlo, y a todas las instituciones científicas y empresariales -propias y ajenas- les resulta útil y eficaz. Mérito de su director y de sus trabajadores y de las instituciones que integran el patronato, Xunta y CSIC. Paradigmático porque un Gobierno de la Xunta explicitó la voluntad política, en tiempos ciertamente tempranos para la informática, de dotarse de un avanzado instrumento de cálculo y comunicación científica y no desfalleció en veinte años.

Paradigmático también porque una institución científica del Estado, el CSIC, con vocación y estatus de nivel ejecución de investigación, asumió funciones de segundo nivel (financiación) de la política científica. Asunción de funciones siempre mal comprendida, tanto por los organismos de planificación y financiación como por aquellos otros organismos del mismo nivel (sobre todo universidades).

En este mismo sentido de asumir funciones de segundo nivel por el CSIC se creó en Vigo la sede atlántica de la Unidad de Tecnologías Marinas y la base de los B/O Sarmiento de Gamboa y Mytilus, de uso para toda la comunidad científica. Construidos en astilleros gallegos y generadores de tecnología y know-how para esos astilleros, les permitió ser competitivos tecnológicamente y lograr nuevos contratos para la construcción de buques oceanográficos de otros países, el más reciente para Kuwait.

Al hilo del Cesga, y de todo lo descrito, se imponen reflexiones en torno al CSIC en Galicia. No es comprensible que la política desarrollada por el anterior conselleiro de Industria y el director general de I+D haya segregado a los organismos de investigación entre universidades y «los otros» organismos públicos de investigación, de forma destacada el CSIC, dejándolos desde el 2011 sin oportunidad de acudir a convocatorias competitivas para el desarrollo de su investigación. Porque pudieran ser gallegos, e incluso eficientes.