Dirigentes del mismo PP que condenó de forma rotunda los acosos a políticos de su partido en protestas contra los desahucios rodean el coche oficial de la presidenta de la Junta de Andalucía dificultando su salida del aparcamiento de un hotel malagueño. Poco después protagonizan un confuso incidente en un acto público para, según afirman, intentar entregarle una carta. Como si no tuvieran canales más que suficientes para hacerle llegar sus planteamientos.
La flamante líder andaluza, que no tiene reparo en hacer propuestas de diálogo al presidente del Gobierno y del PP al margen de la línea oficial de su propio partido, se parapeta en su coche oficial y tras sus escoltas ante las reclamaciones de alcaldes que exigen pagos atrasados. No parece que hubiera sido tan difícil un gesto de diálogo en quien hace de él su bandera.
El PSOE andaluz se escandaliza de lo que denominan escrache a Susana Díaz y expresa su sospecha de que la Subdelegación del Gobierno informó a los alcaldes del lugar en que se encontraba la presidenta. Ve tráfico de información privilegiada en que los populares supieran que Díaz estaba en un hotel. Su indignación por tales excesos de sus rivales no parece dejar sitio para mencionar siquiera lo ajustado o no de las reivindicaciones que los provocan.
Mientras, PP y PSOE siguen cayendo en las estimaciones de voto de las encuestas. La más reciente, difundida ayer por El Periódico y referida a Cataluña, señala que continúa la pérdida de apoyos de los dos grandes partidos en beneficio de la abstención, el voto en blanco o de nuevas alternativas, en este caso Ciutadans.
¿A alguien le extraña?