Cómo se construye un drama nacional

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

17 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya salió la expresión más temida. Y salió nada menos que en sede parlamentaria. El señor Duran i Lleida, secretario general de CiU y portavoz de esa coalición en el Congreso, lo dijo: si no hay respuesta política a las pretensiones de Cataluña, se puede producir una declaración unilateral de independencia. Yo lo quiero decir de otra forma: como no es posible la respuesta política que desean los dirigentes catalanes, debemos ir contando con la posibilidad de una declaración unilateral de independencia. Y añado: esa declaración es la única forma de proclamar la independencia. No hay otro método en el sistema constitucional español, ni lo habrá por muchas vueltas que se den a la legalidad.

La primera cuestión que plantea el señor Duran es: ¿qué respuesta política se puede dar desde el Gobierno central? No hay más que una: acceder a la demanda de hacer un referendo que se podrá llamar con todos los eufemismos que se quiera, pero que es un referendo de autodeterminación. Y el Gobierno no puede autorizarlo ni siquiera hacer la vista gorda por dos razones fáciles de entender: porque tiene muy difícil, por no decir imposible, encaje en las leyes y porque no puede abrir ese precedente. El País Vasco gobernado por el PNV y empujado por Bildu tardaría solo unas horas en hacer la misma reclamación.

Otras vías de acuerdo tampoco parecen probables. El memorial de agravios o deslealtades del Estado que difundió la Generalitat cierra todas las puertas a la solución de conflictos, de malentendidos o de todo tipo de malestar que existe en la sociedad catalana. Sumado todo, no se perciben soluciones, ni se ve factible el diálogo Rajoy-Mas y, aunque fuese posible el diálogo, el presidente catalán no es dueño de sus actos ni de su propia voluntad: es un rehén de Oriol Junqueras, que no quiere saber que existe España ni tiene otro horizonte político y vital que no sea la creación del Estado catalán. Y encima, las encuestas lo sitúan como ganador de las próximas elecciones con consecuencia del harakiri político de Mas. Él sería, en último extremo, el encargado de proclamar la independencia en el Parlamento catalán.

La situación es así de complicada. El agravante procede de Madrid, donde no acabamos de ver ninguna eficacia a la hora de combatir el independentismo. ¿Que digo eficacia? No vemos siquiera un mensaje que sirva para ilusionar. Las respuestas que reclama Duran se limitan a pedir que Cataluña salga de la crisis y empiece a crear empleo. Eso es todo lo que se comunica en una situación de alarma. Entre la ambición de unos y la escasez de otros se está tejiendo el nuevo drama. Porque no nos engañemos: la independencia de Cataluña sería un drama nacional.